La sacristía es un espacio de la iglesia que en un primer momento puede parecer sencillo y obvio “¿La sacristía?”-preguntará alguien- “Pues un cuarto dónde guardar las cosas, ahí cerquita del altar”- responderá otro con muy bien intención. Y ahí es dónde empiezan los problemas. A muchos nos habrán tocado conocer ejemplos de sacristías incómodas, pequeñísimas, muy alejadas del altar, imprácticas o sacristías en un sótano: espacio para el cual para llegar debemos bajar / subir escaleras; sacristías que no tienen un baño y para ir a este espacio debe uno hacer todo un recorrido olímpico: “Salga Usted al templo, por la puerta lateral sale al patio, cruza todo el patio y cerca del árbol hay una puerta, ahí está, pero… a ver si está abierto”. Suena a chiste, pero no lo es.
La sacristía, sí, es el espacio arquitectónico en que se van a guardar los objetos para el uso litúrgico, pero es más qué solo “un cuarto”. La sacristía puede ser incluso una suma de espacios:
- Una bodega: será aquel espacio en el cual se guarde lo bromoso y poco usado habitualmente como por ejemplo el nacimiento, los pinos, adornos navideños, imágenes de semana santa, los candelabros, canastas para las colectas de despensa, bocinas grandes, etc. Si no tenemos una buena bodega práctica acabaremos colocando los pinos navideños en los confesionarios sin uso o en el balcón del viejo coro.
- El patio de flores, como lo recomendaba Fray Gabriel Chávez de la Mora, es un espacio en el cual se pueden armar los arreglos de flores, trabajo para el cual de ordinario se usa agua, se vacía el agua sucia, ahí es conveniente tener una pileta en la cual lavar las tinas, etc. Y un buen espacio para botes de basura en los cuales colocar los tallos de las flores desechados, etc.
- La “sacristía sucia”, como le llamaba el mismo Fray Gabriel, que es el lugar dónde colocar el incensario, la naveta, pero además trapeadores, tinas, escobas. El hablar del espacio “sucio” es diferenciarlo del espacio en el cual estarán los manteles y otros textiles que por su naturaleza necesitan ser resguardados de otro modo.
- Un medio baño, ya lo mencionábamos, junto con la sacristía es necesario para los sacerdotes y ministros que pudieran requerir de él.
- Además, deberá estudiarse la necesidad o conveniencia de tener una sacristía pequeña cerca de la entrada del templo para poner ahí lo más necesario en aquella área alejada del altar: perchero para ornamentos, etc.
La ubicación de todos estos espacios deberá ser estudiada con detenimiento con expertos.
Y ahora sí: la sacristía… la cual servirá muy bien junto con todos los demás espacios.
Esta será el espacio en el cual, decíamos, se resguardarán todos los objetos del culto y estos deberán ser resguardados de un modo adecuado y digno dado el uso sagrado que tienen.
La sacristía deberá de contener un grande número de compartimientos y cajones que sean adecuados para cada tipo de objeto: por ejemplo, las sotanas y albas se conservan colgadas de forma vertical pero los manteles se guardan, para que no se doblen tanto, en amplios cajones horizontales. Espacios suficientemente anchos en que se puedan colgar las casullas en ganchos más grandes de lo normal, un espacio especial para los monaguillos. Pero además habrá que haber espacios adecuados para objetos pequeños (cajoncitos) para la llave del sagrario, los lentes del padre, etc. hasta espacio para los libros litúrgicos, los vasos sagrados, los purificadores, etc.
Otras muchas cosas habrá que considerar: un lavabo, un espejo de tamaño adecuado, pero además mobiliario tan útil y necesario como una mesa amplia dónde colocar las casullas antes y después de la celebración y además sillas dónde reposar un poco entre celebraciones o en espera de la siguiente misa que iniciará. Un refrigerador pequeño para salvaguardar el vino de consagrar de los cambios del clima y el calor del verano es siempre conveniente.
Un aspecto importante y poco común en nuestros espacios es el sacrarium que es un depósito para el agua u otros líquidos que hayan tenido uso y se desee descartar. Habrá que tener cuidado de que el desague no esté conectado al drenaje sino directamente a la tierra. Ahí por ejemplo se pudiera poner el agua que se usó para “deshacer” una hostia sagrada que se haya caído al suelo por accidente en una celebración.
Otros aspectos a considerar: las puertas al exterior que haya la posibilidad de acceder a la sacristía sin “cruzar el templo” o salir en caso necesario con discreción, además espacios suficientes para poder poner ahí percheros, los equipos de sonido o las consolas, etc. Muchos templos ya prevén ahí la instalación de cámaras de seguridad.
Además de todo lo anterior el colocar en la sacristía un crucifijo, una imagen de la Virgen Santísima, etc. harán de este espacio no únicamente bello, sino también acogedor y propicio para la oración previa y posterior a la Santa Misa.
Por último, hay que subrayar que la sacristía no es un lugar para tener un sagrario con hostias consagradas. En algunas parroquias “por motivos pastorales” se coloca, incorrectamente, ahí un sagrario, eso no debería de ocurrir de ordinario de ningún modo.
Ya que estamos con todos estos temas hago hago memoria de un par de artículos escritos en estas mismas páginas y que sus títulos son elocuentes acerca del cuidado que debemos de tener al “limpiar” las sacristías: “Tira esas garras viejas” (Mayo 2013) y “Cuando tiramos de más” (Junio 2014).
Ojalá que estas pautas nos ayuden a tener en nuestra iglesia diocesana sacristías más adecuadas y bellas para su uso sacro.