Ciudad del Vaticano (www.pastoralsiglo21.org) 19 de diciembre del 2018.- Durante la catequesis de hoy, el Papa Francisco dijo que aunque la máquina publicitaria invite a intercambiar regalos, hay que preguntarse si esta fiesta le gusta a Dios y qué Navidad querría Él.
Papa invitó a mirar la primera Navidad de la historia para descubrir los gustos de Dios:
“Se comienza con María, que era la esposa prometida a José: llega el Ángel y le cambia la vida. De virgen será madre. Se prosigue con José, llamado a ser padre de un hijo sin generarlo. Un hijo que – giro inesperado – llega en el momento menos indicado, es decir, cuando María y José eran esposos prometidos y según la Ley no podían vivir juntos. Ante el escándalo, el sentido común de la época invitaba a José a repudiar a María y a salvar su buen nombre, pero él, aun teniendo derecho a hacerlo, sorprendió: para no dañar a María, pensó despedirla en secreto, a costa de perder su reputación. Luego otra sorpresa: Dios en un sueño cambia sus planes y le pide que se lleve a María con él. Nacido Jesús, cuando tenía sus proyectos para la familia, todavía en un sueño se le dice que se levante y se vaya a Egipto. En resumen, la Navidad trae cambios de vida inesperados. Y si queremos vivir la Navidad tenemos que abrir el corazón y estar abiertos a la sorpresa, es decir, a un cambio de vida inesperado”, dijo.
Navidad significa acoger en la tierra las sorpresas del Cielo y celebrar a un Dios que revoluciona nuestras lógicas humanas, expresó el pontífice.
“Es la revancha de la humildad sobre la arrogancia, de la sencillez sobre la abundancia, del silencio sobre el escándalo”.
El Papa subrayó cómo, cuando el Salvador llegó, no estaban presentes las autoridades del tiempo o los embajadores, sino los sencillos pastores, quienes sorprendidos por los ángeles mientras trabajaban de noche, se dirigen allí de inmediato.
El Santo Padre invitó a “estar en silencio delante del pesebre” para “sentir” y “ver” la sorpresa de Dios.
“Procuremos no mundanizar la Navidad, ni convertirla en una bonita fiesta tradicional, pero centrada en nosotros y no en Jesús. Celebraremos la Navidad si sabemos dedicar tiempo al silencio, como hizo José; si le decimos a Dios ‘aquí estoy’, como María; si salimos de nosotros mismos para ir al encuentro de Jesús, como los pastores; si no nos dejamos cegar por el brillo de luces artificiales, de regalos y comidas, y en cambio ayudamos a alguien que pasa necesidad, porque Dios se hizo pobre en Navidad”.