Ciudad del Vaticano (www.pastoralsiglo21.org) 10 de octubre del 2018.- El tema de la catequesis del Papa durante la Audiencia General fue el aborto, en el que hizo un señalamiento directo y puntual: “Es como contratar a un sicario para resolver un problema”.
Denunció que en nombre de la salvaguardia de otros derechos se permita la supresión de la vida humana en el útero materno.
“Pero, ¿cómo puede ser terapéutico, civil o simplemente humano un acto que suprime la vida inocente e indefensa en su nacimiento? Y yo les pregunto ¿Es justo quitar una vida humana para resolver un problema? ¿Qué cosa piensan ustedes? ¿Es justo? ¿Es justo pagar a un sicario para resolver un problema? No se puede, no es justo quitar la vida a un ser humano, incluso pequeño, para resolver un problema. Es como pagar a un sicario para resolver un problema”.
El Pontífice condenó de forma especial a aquellos que empujan al aborto a padres cuyo hijo no nacido padece algún tipo de discapacidad.
Todo el mal que se produce en el mundo se podría resumir en esto: el desprecio por la vida y lo que lleva al hombre a rechazar la vida, enfatizó, son los ídolos de este mundo: el dinero, el poder, el éxito. Estos son parámetros erróneos para evaluar la vida. La única medida auténtica de la vida es el amor, el amor con el que Dios la ama, el amor con el cual Dios ama toda vida humana.
“De hecho, el sentido positivo del mandamiento ‘No matar’, es que Dios es amante de la vida, como acabamos de escuchar en la lectura bíblica. El secreto de la vida se nos revela por la manera en que el Hijo de Dios la ha traído, que se hizo hombre hasta el punto de asumir, en la cruz, el rechazo, la debilidad, la pobreza y el dolor. En cada niño enfermo, en cada anciano débil, en cada emigrante desesperado, en cada vida frágil y amenazada, Cristo nos busca, busca nuestro corazón, para abrirnos la alegría del amor”.
Debemos decir a los hombres y mujeres del mundo, alentó el Santo Padre: ¡no desprecien la vida! La vida de los demás, pero también la suya propia, porque incluso para ella vale el mandamiento: “No matar”. Hay que decirles a tantos jóvenes: ¡No desprecien su existencia! ¡Deja de rechazar la obra de Dios! ¡Tú eres obra de Dios!