El mundo lo ha visto llorando por la sangre derramada de los jóvenes, orando entre las balas y los golpes, abriéndose paso con el Santísimo por las calles recién manchadas de sangre, agredido y sangrante él mismo, levantando la voz en diálogos privados, desde el púlpito y, al ver que eso no daba resultado, a los cuatro vientos y en las redes sociales.
Sin embargo, hace unos años, Mons. Báez jamás pensó que estaría viviendo estas páginas importantes de la historia de la Iglesia en Nicaragua.
A pesar de ser oriundo de Nicaragua, vivía en Roma, en donde hizo una asombrosa defensa de su tesis doctoral en la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma, sobre el silencio en los manuscritos hebreos de la Biblia (referencia desde entonces y modelo de rigor investigativo). Se dedicaba a la investigación y a dar clases, pero en el 2009 fue enviado por el papa Benedicto XVI a auxiliar a Mons. Leopoldo Brenes, Arzobispo de Managua.
A las acusaciones de su primo Ortega, quien ha acusado a los obispos de buscar un golpe de estado, Mons. Báez ha respondido en Twitter: “La Iglesia no sufre por ser calumniada, agredida y perseguida… sino por quienes han sido asesinados, por las familias que lloran, por los detenidos injustamente…”.
Sigamos orando por Mons. Báez, por el Cardenal Leopoldo Brenes y demás obispos para que el diálogo vuelva y se restablezca la paz en el país.