Monterrey, N.L. (www.pastoralsiglo21.org).- 7 de julio del 2021
A una semana de la decisión de la Corte Suprema de México de despenalizar el uso recreativo de cannabis, la Comisión episcopal de salud de la Conferencia del Episcopado Mexicano advierte sobre las consecuencias personales, sociales, familiares y de seguridad que traerá a la sociedad mexicana.
El máximo tribunal de justicia de México, el pasado 28 de junio, emitió un fallo que despenaliza el autoconsumo lúdico de cannabis en el país, es decir, para consumir, cultivar y portar marihuana con propósitos recreativos, pero aclara que su comercialización no es legal. En otras palabras, los adultos que quieran consumir marihuana para uso lúdico deberán pedir un permiso a la Secretaría de Salud para poder hacerlo. Con esta autorización podrá sembrar, cultivar, cosechar, preparar, poseer y transportar cannabis exclusivamente para el autoconsumo, mas no podrá producir grandes cantidades, distribuir o comercializar marihuana.
“Vemos también que esta decisión, lejos de buscar el bien común, estará propiciando un mal común y no atiende los daños a la salud surgidos por el consumo cada vez mayor de la marihuana, no atiende los efectos en las familias por los jóvenes que consumen drogas, tampoco contribuye a inhibir y reducir la exposición a sustancias estupefacientes”, advierte monseñor Díaz Martínez al destacar a los problemas que ya causan el tabaquismo y el alcoholismo en las personas y en la sociedad, se sumará la adicción a la marihuana.
El arzobispo de Tulancingo reitera que la Iglesia, hoy más que nunca, invita a los padres, a los jóvenes, a los catequistas, a la pastoral juvenil y a los pastores a prevenir y trabajar para sembrar valores cristianos y morales en las nuevas generaciones. Insiste en que esta “preocupante aprobación” plantea retos a toda la Iglesia que debe convencer, prevenir y caminar junta, unida y organizada.
A los padres, monseñor Díaz Martínez los invita a tomar “en serio” la educación en valores y virtudes de modo que sus hijos puedan tener las armas para dilucidar sobre lo que es mejor para ellos y evitar los graves riesgos de una adicción. Pero especialmente se dirige los jóvenes para que estén alerta ante esa amenaza.
Por último, el responsable de la Pastoral de la Salud del CEM exhorta a los fieles y a toda la Iglesia a no condenar a una persona que caiga en la drogadicción:
“No podemos caer en la injusticia de clasificar al drogadicto como si fuera un objeto o un trasto roto. Cada persona ha de ser valorada y apreciada en su dignidad para poder ser sanada”.
Lic. En Comunicación y Desarrollo Organizacional Maestro en Métodos Alternos en Solución de Conflictos.