Conecta con nosotros

¿Que estas buscando?

ArtículosArquidiócesis

ENTREVISTA AL ARZOBISPO DE MONTERREY MONSEÑOR ROGELIO CABRERA LÓPEZ CON MOTIVO DE SU 25 ANIVERSARIO EPISCOPAL

Con motivo del 25 Aniversario Episcopal de Mons. Rogelio Cabrera López, compartimos esta entrevista concedida por nuestro pastor para nuestros lectores de Pastoral Siglo XXI.

Cinco años en la Diócesis de Tacámbaro, tres años más como Obispo en Tapachula, ocho años en la Arquidiócesis de Tuxtla Gutiérrez, y ya casi nueve años en Monterrey.

 ¿Cómo se siente al llegar a este importante y significativo aniversario?

Cuando uno celebra un aniversario debe de equilibrar las miradas, una hacia atrás, una hacia adelante. Primero hacia atrás, el Papa San Juan Pablo II nos enseñó a mirar siempre el pasado con agradecimiento, mirarlo positivamente, y mirar el futuro siempre como un desafío presente. 

Yo me pongo en las manos de Dios. Este momento que cumplo mis 25 años, sabiendo que detrás de mí hay una historia larga de muchas gracias regaladas de parte del Señor; 25 años en los que he recorrido ya cuatro diócesis en las que he aprendido muchísimo, en las que Dios me ha tenido paciencia y también el pueblo de Dios ha tenido paciencia conmigo. Por eso miro estos 25 años con un profundo agradecimiento, desde luego reconociendo que siempre he tenido límites, los sigo teniendo, seguramente he cometido errores, espero que haya habido un aprendizaje, lo único que te puedo decir es que siempre he querido hacer el bien y hacerlo bien, pero siempre la humana fragilidad, los límites, las incompetencias pues hacen que uno no actué siempre lo mejor que se puede, pero una palabra resume todo, agradecimiento.

¿Quiénes lo acompañaron en el momento importante de su consagración episcopal?

Ese año vivía aún mi mamá, ya mi papá había fallecido 14 años antes, pero mi mamá estuvo presente, me acompañó en este momento muy importante. Dios permitió que ella viviera todavía después de esto 14 años; me acompañó también cuando llegué a Tapachula, cuando llegué a Tuxtla Gutiérrez, ya cuando llegué a Monterrey ella ya no vivía. Ella estuvo presente en mi consagración episcopal y con ella mi papá espiritualmente. También mis hermanos, no todos pudieron estar, mis amigos sacerdotes, muchos muy entrañables que ya no viven, de distinta edad, pero ya murieron, también estuvieron presentes Obispos que me acompañaron, de quien recuerdo que ya no está es el Señor Szymanski, Arzobispo de San Luis Potosí, también el Obispo emérito de Morelia, pero gracias a Dios viven los que estuvieron cercanos en esta consagración a los que les agradezco mucho, al Cardenal Suárez Inda que fue mi antecesor ahí en Tacámbaro y Mons. Mario de Gasperín, Obispo Emérito de Querétaro, quien me consagro fue Girolamo Prigione, el ya falleció, y así mucha gente muy querida por mí, pero lo más bello es que estuvo volcada la comunidad de Tacámbaro, la gran plaza principal de la ciudad y fueron muchísimos sacerdotes de Querétaro, el clero de Tacámbaro.

¿Cómo vivió su consagración episcopal?

Fue un acontecimiento muy importante, desde luego uno a veces no puede disfrutarlo en el momento, porque uno trae muchas preocupaciones, la preocupación del momento, la preocupación de lo que sigue muy pronto, porque yo nunca había sido Obispo, era mi primer momento, dado mi temperamento y mi carácter, siempre preocupado, con los nervios que implica tomar decisiones, pero por otro lado también reconociendo que hay una gracia de estado, que Dios te regala lo que necesitas para aquello que te encarga, eso lo llevo siempre muy claro, nunca pensando de manera superficial que no debo hacer lo mejor que puedo, pero sabiendo que Dios me acompaña.

Sabemos que todo lo que sucede en la Consagración Episcopal es importante, pero ¿guarda en su corazón algún momento significativo?

Dos momentos muy importantes. El momento central de la imposición de manos, la oración consecratoria, pues es el punto focal de la ordenación, de mucha profundidad, lo viví con mucha fuerza interna. Pero también cuando ya pasa el momento, cuando vas a decir un saludo, un agradecimiento, cuando ya sabes que estás en camino, que ya el pasado lo debes de respetar, debes de agradecerlo, te duele, dejar tu tierra, dejar tu presbiterio, pero tienes que enfocarte al presente que Dios te regala, ya tienes una comunidad a la que ahora perteneces. Es un momento también muy duro interiormente, hasta las lágrimas de despedida y llegada, las despedidas son siempre muy difíciles, porque están rostros concretos, personas concretas, no es una despedida amorfa, sino personas con las cuales convives, que te quieren, que tú las quieres, entonces ese momento de agradecer también para mí fue muy fuerte.

¿Cuáles fueron las primeras palabras que Usted dirigió a la comunidad?

Las primeras palabras fueron, en síntesis, les agradezco que me reciban sin conocerme, porque no cabe duda de que es un regalo que la comunidad te acepta sin saber nada de ti, es una aventura creer en el otro, eso es lo primero que agradecí, que me quisieran sin conocerme. Lo segundo también que pedí fue que rezaran mucho por mí, porque yo creo que esto es lo que la comunidad puede darle a un pastor, afecto y oración, con eso es suficiente y lo dije a la inversa. Yo siempre digo que el que te quiere reza por ti y el que reza por ti después te quiere, esas dos cosas fueron para mí, las ideas principales que le dije a la gente.

¿Cómo ha vivido los cambios de las diócesis en las que ha sido llamado?

En ninguna me conocían, yo no era del clero de las diócesis que llegué; Tacámbaro, Tapachula, Tuxtla y Monterrey, en las cuatro los que me reciben no me conocen, tal vez escuchen una cosa de uno, sobre todo porque ya era Obispo, podrían tener alguna noticia o una idea y un perfil que también se pueden imaginar. Puede ser positivo, puede ser extraño, pero puedo decirte que en las cuatro me han recibido muy bien. Me he sentido bien recibido, sin conocerme me han dado el voto de confianza y creo que esto ha sido muy bueno para mí. Por otro lado, el cambio tan frecuente, pues si es muy duro, te emocionas en un proyecto de vida y en un proyecto ministerial y de repente tienes que dejarlo, y confiar en que Dios llevará a término lo que comenzaste y que tu tienes que iniciar nuevamente a donde eres llevado, es muy duro sobre todo la brevedad que tuve en Tapachula, solamente tres años, no alcanzas prácticamente a conocer y que te conozcan, Dios sabe siempre esto va más allá de la voluntad de uno, yo nunca pretendí que me cambiaran, nunca pensé que me cambiaran.

En diferentes homilías de aniversario ha mencionado que está llegando al ocaso de su vida, ¿es algo que Usted tiene en su pensamiento?

Uno tiene que pensar en el final, pero no en la fatalidad, es decir, yo espero que el Señor me ayude dándome la salud que necesito y que me encuentre trabajando en favor de Él, eso es lo único que pido, nadie sabe ni el día ni la hora, ni tú ni yo, pero yo lo que espero es que me encuentre trabajando y siempre le digo a las personas, tú lo has oído, que le pidan a Dios para que yo tenga fe, para que crea en Cristo, para que crea en la vida eterna, que rueguen por mí para que sea un hombre creyente.

¿Alguna última palabra para la comunidad?

Como siempre, la única palabra que puedo decir y la única que no se me olvida en ningún idioma es gracias.

Agradecemos a nuestro Arzobispo compartir su vida y su experiencia en este llamado de Dios.

Comentarios

Lic. En Comunicación y Desarrollo Organizacional Maestro en Métodos Alternos en Solución de Conflictos.

Relacionado