Monterrey, N. L. (www.pastoralsiglo21.org) 19 de agosto del 2018.- Con motivo del reciente informe de abusos en Pensilvania, Mons. Rogelio Cabrera López, Arzobispo de Monterrey dijo que en esta diócesis por ningún motivo se detendrá la impartición de la justicia.
“Por ningún motivo vamos a detener la impartición de justicia. Jamás intervendremos a favor de un delincuente, por eso les pedimos a las personas que, antes de venir con nosotros, vayan a la autoridad, yo creo que es lo mejor y lo más expedito”, dijo durante la rueda de prensa dominical.
Respecto al caso Pensilvania, dijo: “Deseo expresar nuestro dolor y tristeza por los acontecimientos que, recientemente, han sido dados a conocer por las autoridades de Pensilvania, Estados Unidos, con respecto a los atroces delitos cometidos por personas que debían cuidar, proteger y amar a los niños, actos que reprobamos totalmente y pedimos sean investigados, y sentenciados, conforme a las leyes civiles vigentes”.
Mons. Rogelio informó que, aunque desde el 2016 la Arquidiócesis tiene unas normas para proteger a los menores, en octubre próximo publicarán algunas actualizaciones a estas normas, que se suman a las que ya ha publicado la Conferencia del Episcopado Mexicano.
El protocolo en Monterrey es hacer del conocimiento de la autoridad cualquier abuso, aunque las familias pidan que no se haga. “Lo tenemos que hacer y no nos vamos a detener porque ese es nuestro deber y es el bien para la persona que ha sufrido”.
Pidió a quienes pudieran estar experimentando un abuso, acudir inmediatamente con el promotor de justicia de la Arquidiócesis, el padre Pedro Pablo Gonzalez Sías, en la Curia, para obtener una rápida respuesta.
Por el caso de Pensilvania, Mons. Rogelio entiende el enojo de la gente.
“Esto ciertamente ha sido, como dijo el cardenal de Houston, una catástrofe moral, es una catástrofe en la Iglesia Católica, y creo yo que tenemos aprender de todo esto, y de hacer todo con diligencia, prontitud, con respeto a las víctimas y nunca solapando a ningún sacerdote y a ningún miembro de la Iglesia que trabaje con nosotros, porque nos compete no solo a los sacerdotes, también los religiosos y religiosas, así como empleados de parroquias y de la Arquidiócesis”.
A los católicos les pediría “primero un poco de confianza y también que nos vigilen y nos exijan cumplir con nuestro deber, es parte de este nuevo modo de vivir en la Iglesia y los fieles laicos, las familias, tienen derecho a que haya espacios seguros de la pastoral. Creo que la Iglesia católica ya llegó al tope y no puede ir más allá”, expresó.