El corazón es el lugar donde
guardamos los pensamientos, buenos y malos. Allí viven la esperanza, el amor y
las ganas de ser, junto con el odio, la envidia y la maldad.
De él es de donde cada día
sacamos los sentimientos que utilizamos.
Una manera de mantener nuestro corazón saludable, es a través de la
lectura de la Palabra de DIOS. Cuando
no lo hacemos, damos lugar a que en nuestro corazón se instalen cosas que no
son buenas, y otras que “creemos” que son buenas, pero no lo son.
DIOS lo sabe y por eso nos
dice: «HIJO MÍO, DAME TU CORAZÓN».
No temas entregarle tu
corazón. Nadie puede cuidarlo mejor que ÉL, porque nadie ama como ÉL.
DIOS quiere limpiar nuestro
corazón para que en él solo podamos encontrar cosas buenas.
Cuando en fe le entregamos
a DIOS nuestro corazón, ÉL hace maravillas.
¡Qué alegría saber que DIOS
comprende la condición en que se encuentra nuestro corazón!
El corazón del hombre necesita ser transformado,
necesita ser consolado, necesita ser resguardado. Por eso, hoy DIOS nos
dice: “HIJO MÍO,
DAME TU CORAZÓN“