Existen muchas definiciones sobre la palabra vocación y cada uno la podría abordar desde su experiencia personal, esta experiencia que permea la existencia y no la deja quieta.
La definición que más gusta y que aún no termino de comprender es la siguiente y si desean profundizar más en ella pueden consultarla en el libro “Curso básico de Pastoral Vocacional” de los padres Operarios Diocesanos: “La vocación es un acontecimiento misterioso en el cual el hombre, dialogando con Dios, adquiere conciencia de una misión situada históricamente y se compromete en una respuesta concreta”.
Vocación y misión van unidas entre sí, no se puede dar una sin la otra, atreverse a buscar la vocación implica un gran compromiso. Solo a través del diálogo con Dios el hombre adquiere conciencia de su quehacer en el mundo y cuando responde (asume su compromiso) plenifica su vocación. Se puede decir que la misión es como la parte activa de la vocación. Quizá por eso, hay muchas personas que no se atreven a buscar su vocación.
La vocación llega a través de los sentidos:
- · Ve la realidad resquebrajada
- · Escucha los clamores y gritos de auxilio
- · Huele la podredumbre de lo que se echa a perder
- · Prueba la impotencia ante la injusticia y
- · Siente el dolor de nuestros hermanos, especialmente de los más vulnerables
Hay tanto que hacer por nuestros hermanos y cuando nos dispongamos a llevarlo a cabo estaremos realizando nuestra misión.
Escuchemos la voz de Dios que interpela nuestra conciencia hoy, a través de la adaptación del siguiente poema publicado en el libro “Qué es… la vocación”. (Colección Herramientas. Ed. Paulinas):
Dios llama. Desde el Tercer mundo y el Primero, grita y llama.
Desde la frontera con Estados Unidos y desde el monte
de las Bienaventuranzas lanza su llamada desesperada y esperanzada.
Dios grita y llama desde las gargantas resecas de tanto gritar.
Llama desde la voz de todas las gargantas sin voz.
Desde los drogadictos y marginados, Él llama.
Desde las pieles cancerígenas o desde las carnes leprosas.
Desde los millones de pupilas de niños hambrientos.
Llama desde las cárceles. Desde el Tabor y, sobre todo, desde el Calvario, Dios llama.
Desde las primeras páginas de los periódicos y desde el teléfono de la esperanza.
Su llamada está escrita en el rostro del migrante,
en la mirada baja del discriminado por su orientación sexual.
Su llamada está escrita con las lágrimas de las mujeres prostitutas,
en la plaza pública de una sociedad sorda.
Es cuestión de quitarse las gafas de sol y de afinar el oído.
¡Qué como María de Nazareth seamos la respuesta oportuna para transformar la historia!
Porque Dios llama. DIOS NOS LLAMA.