Antes de cualquier comentario de mi parte, me gustaría decir que la tristeza es uno de los sentimientos humanos más frecuentes durante el duelo que sufre una persona por muerte, separación, mudanza, cambios de ciudad, carrera profesional, enfermedad y pérdidas hasta de la juventud, entre muchas más.
Pero, ¿qué es?, de acuerdo con la definición más popular de internet, la tristeza es el sentimiento de dolor anímico producido por un suceso desfavorable que suele manifestarse con un estado de ánimo pesimista, la insatisfacción y la tendencia al llanto.
Los especialistas de la depresión opinan que si la tristeza se prolonga por más de dos semanas hay que considerarla como un trastorno depresivo moderado, pero prolongado y se acompaña de baja autoestima e indecisión. Por lo que requiere atención especializada.
En este aspecto, también hay que considerar de dónde viene y contestar a dicha pregunta con una acción que nos dará como resultado sentirnos mejor. Quiere decir que hagamos conciencia si es real o imaginaria. ¿Viene de una pérdida?, ¿cuál?, ¿qué relación o cercanía tenía?, ¿qué haré con ello?, o ¿ qué haré al respecto?.
Por las vivencias la respuesta puede ser en llanto, y las creencias nos llevan a considerar tal hecho como una debilidad, y si es hombre mucho peor “los niños no lloran”, lo trasmiten de generación en generación, o como canta Miguel Bose “ los chicos no lloran” , y de las mujeres opinan es normal por su fragilidad.
Del pesimismo, el Papa Francisco recientemente en su visita a Canadá, dio una amplia cátedra al respecto, asegurando que ello no viene de Dios. Ante tal acontecimiento ¿cuál sería la respuesta? Esto es personal.
Del tema la Palabra de Dios dice: “No entregues tu alma a la tristeza, ni te atormentes a ti mismo con tus cavilaciones. La alegría del corazón es la vida del hombre. Echa lejos de ti la tristeza; que la tristeza perdió a muchos, y no han en ella utilidad. Envidia y malhumor los días acortan, las preocupaciones traen la vejez antes de tiempo”.
Eclesiástico 30,21-24.
Independientemente de lo que de forma individual podamos sentir por la tristeza, vimos en la película INTENSAMENTE, como ella aunada a la alegría, hicieron salir de su crítica situación al personaje central. ¿Y en la vida real?, también es así …detenemos el pensamiento, inhalamos, retenemos la respiración y exhalamos, para ir a nuestro interior y definir ¿Qué? y ¿Por qué? sentimos eso.
Del ejercicio anterior podemos sumar a nuestra historia un aprendizaje y a éste una experiencia para agregar un ingrediente especial: el AGRADECIMIENTO. Por lo que tengo, no por lo que me falta. Imagino uno, dos, tres motivos y el cerebro lo registra y practicándolo a diario observaremos de acuerdo con las neurociencias una transformación, ejercitándolo por más de 20 días.
La inmediatez, la comparación, la crítica, lo desechable son consecuencias de un mundo que se mueve muy de prisa y que nos hace caminar bajo un modo de insatisfacción permanente y nada es suficiente. Por lo que la tristeza suele aparecer con mucha recurrencia, hasta por situaciones con soluciones diversas.
“Maestra, veo en Facebook mucha gente con una vida tan perfecta, en viajes, en restaurantes de lujo, con familias o galanes tan bellos, y yo porque vivo así”, me dijo Mary en una ocasión, con una cara tan triste y llorando que de inmediato le respondí, – ¿será cierto? Dándole a entender en una larga charla que no todo lo que se publica es cierto.
Escuchando tantos motivos por los que la tristeza habita en sus vidas, he podido concluir en ocasiones que nuestra percepción cambia de acuerdo a nuestros vacíos o heridas del pasado, pero que si le agregamos el ingrediente del AGRADECIMIENTO, cambia la visión de lo que yo veo, proceso mentalmente y siento. Me he topado con gente que ha declarado, que GRACIAS al cáncer su vida se ha transformado para bien.
Para combatir la tristeza nada mejor que practicar la gratitud diaria. Y decirnos al amanecer (o durante el día) hoy agradezco por … imaginemos el motivo, pongámosle nombre y color y tal como diríamos este mes patrio ¡Viva México!,¡ Viva mi fe en Dios!, ¡Viva la esperanza!.