Con la gracia de Dios, iniciamos este tiempo especial dentro de la Iglesia: La Semana Santa 2022. Semana en la que nos adentraremos de forma significativa en la meditación de los misterios que son cimiento de nuestra fe.
La vivencia de esta semana debe ser, para todo creyente, una especie de parteaguas en el que, al revisar cada uno su caminar espiritual y la coherencia con la que vive su fe, se fortalezca dejando atrás todo aquello que le impide realizarse en su vida, disponiéndose de manera sensible a nutrirse de la palabra de Dios y de los sacramentos de la Iglesia, que son la fuente de donde emana el alimento para el cuerpo y el alma.
Es necesario que dirijamos nuestro corazón a vivir el triduo pascual en una meditación sincera, agradeciendo la entrega de Cristo por nosotros, recordando que su pasión, muerte y resurrección son el claro ejemplo del amor del Padre por cada uno de sus hijos.
Cada día de esta semana, tiene un mensaje importante que aportarnos, por lo que les invito a que sigan las reflexiones y celebraciones en nuestras comunidades parroquiales, tomando en cuenta las medidas previstas por la Secretaría de Salud, las cuales no han perdido vigencia y deben ser cumplidas con seriedad para evitar adversidades.
Como Iglesia de Monterrey, seguimos trabajando en profundizar en la gran importancia de escuchar, con atención y disposición sincera, la voz de Dios en las necesidades de los hermanos y hermanas, especialmente de los más alejados y marginados; para que así podamos saber cuáles son las acciones concretas que debemos realizar en bien de todos y no quedarnos solo en “imaginarnos” lo que se necesita, sino tomar consciencia en las urgencias pastorales que debemos asumir.
Que esta Semana Santa sea realmente un momento para renovar nuestro corazón y las acciones que realizamos en bien de nuestro prójimo y de nosotros mismos.
Para quienes vayan a salir de la ciudad en estos días de vacaciones, háganlo tomando las debidas precauciones para que vayan y regresen con bien. Les bendigo a todos.