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SAN JOSÉ, LA DINÁMICA DE LA FE DE UN HOMBRE FUERTE Y LLENO DE AMOR

Por ventura de Dios y el corazón del Papa Francisco, estamos viviendo un año dedicado a San José, conmemorando los 150 años de su declaración como Patrono de la Iglesia Católica, por parte de Pío IX, el 8 de diciembre de 1870. Pero, la Providencia divina, que  es sensible al corazón de los fieles, responde a la necesidad interior que experimentamos en estos tiempos de oscuridad, debido a las consecuencias de la emergencia sanitaria por el SARS-COVID2. El Papa pidió que en cada templo del mundo, en la medida de lo posible, fuera dedicado un espacio para la veneración de San José.

 

Recientemente, tuve la oportunidad de asistir a la bendición de una nueva imagen de San José, pintada en mural, en el Templo Parroquial de la Parroquia del Señor de la Misericordia en Monterrey, N.L. Se trata, en mi parecer, de una bellísima obra de arte sacro digna de ser visitada, conocida y apreciada como una de las obras de arte sacro contemporáneo más importantes en nuestra Arquidiócesis de Monterrey. El autor es Pedro Cuní, artista e investigador de artes plásticas, originario de España, residente de Nueva York, donde se desempeña también como profesor en la Parsons University. Él nos compartía, antes de la Eucaristía, algunas de sus intuiciones al proyectar en su genio esta obra. Él comentaba que había tres puntos principales que quería cuidar: el amor tierno de San José al Niño Dios, la unión entre ellos dos y el carácter contemporáneo de la obra. La obra me dio la oportunidad de meditar en algunos puntos de la espiritualidad cristiana desde el testimonio de San José, que quiero compartir:

 

  1. El dinamismo de la fe de San José

La obra presenta a San José sin calzado y con una pierna flexionada, en movimiento. Desde la ética filosófica, reconocemos que una persona es fuerte cuando sabe, cuando quiere y cuando actúa, es decir, se mueve a la acción con conocimiento y libertad. San José es Custodio del Redentor y Esposo de la Virgen María, Jefe y Cabeza de la Sagrada Familia, cuya fe fue creciendo, cuyo corazón fue siendo ensanchado y nutrido por el amor de Dios, de tal manera que se reconoce a sí mismo como consagrado al proyecto divino de salvación que trae el Niño Dios. No tenemos muchas palabras de San José, tenemos algunas referencias en los evangelios, a veces encontramos reflexiones acerca del silencio, de la sencillez y sobriedad de San José. Pero esto no significa que sea una persona pasiva, sino, al contrario, San José es una persona que definitivamente creció en su fe, poniendo al servicio del proyecto divino.

 

  1.   La consagración de San José por el amor de Dios.

En la imagen, hay una sola gran aureola. En otras obras, podemos encontrar que aparece una aureola para cada persona representada, sugiriendo el reconocimiento de los dones del Espíritu Santo y la respuesta de fe del santo representado. En el caso de las representaciones del Señor Jesús, la aureola no representa una participación, sino que es fuente de divinidad, Él es el Hijo de Dios, es la segunda persona de la Santísima Trinidad. En el caso de la obra que hoy comentamos, una sola gran aureola dorada envuelve a San José y al Niño Dios. Claramente, la fuente de esa divinidad es el Niño Jesús y ese amor divino envuelve a San José. Me hace pensar en la humildad de José que reconoce su lugar dentro de la historia y se comprende como alguien llamado y consagrado por ese amor de Dios.

Esta conciencia de fe, de ser llamado y abrazado por el amor divino, abre a San José un nuevo horizonte en su vida. Antes de ser llamado, su proyecto era el amor a María en la fe judía, con los deseos de toda familia judía. Pero al ser llamado en sueños, José se encuentra con la amplitud del amor de Dios, que le revela un proyecto más grande, un proyecto de redención, el cumplimiento de las promesas que Dios había hecho al pueblo, se trataba del llamado a participar en la obra del Mesías esperado. Pero este llamado viene de Dios, José no es el protagonista, pero tampoco es un extra, alguien prescindible, sin importancia, que puede ser sustituido. El amor de Dios lo envuelve y encuentra en Él la dignidad de su llamado, de su vida, de su ser.

 

  1.   La unidad del corazón de San José con el Sagrado Corazón de Jesús.

Claramente, en la obra, San José aprieta su corazón al Sagrado Corazón del Niño Dios, en un abrazo que al mismo tiempo expresa el amor tierno de padre de parte de José y el amor del Niño Dios que se le revela y lo llena, lo fortalece y le da sentido a la vida de San José. La fusión de los corazones entre el padre en la tierra y el Hijo de Dios. El Papa Pablo VI meditaba sobre este amor de padre: «al haber hecho de su vida un servicio, un sacrificio al misterio de la Encarnación y a la misión redentora que le está unida; al haber utilizado la autoridad legal, que le correspondía en la Sagrada Familia, para hacer de ella un don total de sí mismo, de su vida, de su trabajo; al haber convertido su vocación humana de amor doméstico en la oblación sobrehumana de sí mismo, de su corazón y de toda capacidad en el amor puesto al servicio del Mesías nacido en su casa» (Homilía, 19 de marzo de 1966).Ese corazón de padre evolucionó, se desarrolló estimulado por experimentar el amor de Dios: hizo de su vida una ofrenda para el proyecto de Dios, un don total, una vida dedicada, mente y corazón dedicados, una persona enfocada a cuidar a la Sagrada Familia que Dios le ha encomendado, reconociendo que custodiándola cumplía su misión personal y sacrificio en el proyecto divino de Salvación que Dios tiene para el pueblo y para todos los hombres.

Por ello, la imagen sacra, invita a dejarse abrazar por el Niño Dios y dejar que su amor nos mueva, nos dinamice, nos ayude a entender que nuestra vida, nuestra persona no está completamente desarrollada, que los problemas de la vida no son la última palabra, que los problemas que ahora vivimos en cada ámbito no son el fin del mundo, nos invita a reconocer que el Plan de Dios aún existe y que se llevará a cabo y la Palabra de Dios se cumplirá hasta su último ápice, y a reconocer que nosotros no somos extras en el mundo y que sólo los poderosos e importantes para este mundo pueden tomar decisiones libres. Definitivamente, esta pieza de arte sacro me ha ayudado a la meditación de la fe de San José que ilumine mi caminar en medio de este valle de la historia por el que atravesamos. San José, ruega por nosotros.

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