Este año 2022 que recién acabamos de iniciar, quiero en primer lugar, desearles a todos ustedes miembros de esta querida Iglesia de Monterrey toda clase de bendiciones, salud y paz en el Señor.
También, quiero invitarles a caminar juntos, amándonos y respetándonos, para construir la paz que tanto anhelamos en nuestras ciudades, en nuestros hogares y en nuestro corazón.
El Santo Padre, en su mensaje para la Jornada Mundial de la Paz que acabamos de celebrar, nos ha propuesto tres caminos para construir una paz duradera: “En primer lugar, el diálogo entre las generaciones, como base para la realización de proyectos compartidos. En segundo lugar, la educación, como factor de libertad, responsabilidad y desarrollo. Y, por último, el trabajo para una plena realización de la dignidad humana”. El Papa Francisco nos ha señalado estos tres elementos como esenciales para “la gestación de un pacto social, sin el cual todo proyecto de paz es insustancial”.
Pero también, como una herramienta para la vivencia de la paz, he propuesto para este 2022 la lectura del Evangelio de San Juan, en la que Cristo dice: “Que todos sean uno, como tú, Padre, estás en mí y yo en ti”. (Jn. 17,21). Es un sueño, es un desafío, porque cada día tenemos el reto de tratarnos bien, cada día tenemos el desafío de ser motivo de alegría de los que están con nosotros.
Tenemos que permitir que ingrese en nosotros el aire santo de Dios, que nos purifique, que nos anime, podemos ser felices, pero hay que pedírselo a Dios, podemos ser felices pero hay que tener una buena actitud, podemos ser felices, pero hay que actuar bien.
Que sea un año «Sinodal» de caminar juntos, de amarnos de respetarnos, de revisar cómo somos delante de los demás, para que esta Iglesia de Monterrey y cada familia viva la unidad.
Que el Señor nos ayude, y sepan que un servidor les desea un año 2022 lleno de paz y bendición.