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¿QUÉ QUIERES DE MÍ?

Cuando la gente me ha preguntado cómo supe que había sido llamado al sacerdocio, les respondo que “Preguntando”. Así empezó todo, Dios me había dado algunas señales para seguirlo por este camino, sin embargo, yo había sido educado para formar una familia, soy el séptimo de ocho hermanos y solo faltaba yo por casarme; la verdad es que no estaba desesperado, porque mi papá se había casado de edad avanzada y creí que la historia se repetiría conmigo.

Mi profesión como arquitecto me permitió trabajar en una constructora como supervisor de obra, y me llegó una invitación de ir a un retiro espiritual, nunca antes en mi vida había ido a uno y tenía curiosidad por vivirlo. Tomé valor y me inscribí para presentarme por primera vez delante de Dios, para ser honesto no sentí un encuentro escandaloso con Dios, sino más bien, experimenté una paz fortísima en mi corazón, empecé a enamorarme cada vez más de Él e hice el compromiso de seguir en el movimiento de Iglesia como nunca antes lo había hecho; mis visitas al Santísimo y la misa diaria eran cada día más frecuentes, a pesar de todo, seguía firme la idea de formar una familia.

Cierto día, me sentía realmente sensible, noté unas ganas de llorar como no lo había experimentado antes, me desconocí, pues no soy mucho de llorar, y cuando me dirigía a la supervisión de una obra por la carretera a Nuevo Laredo, Tamaulipas, entable un diálogo con Dios en mi camioneta y le dije: “¿Qué quieres de mí? He recibido mensajes tuyos al sacerdocio, y no conozco esa vocación, tengo miedo de consagrar mi vida solo a ti” …¿Quieres que sea sacerdote? … levanté la vista hacía un panorámico en la carretera y encontré un letrero que decía Así es” SUBRAYADO.

No di crédito al panorámico. Mi argumento era que no puedo dedicar mi vida al sacerdocio porque vi un panorámico. Al llegar a mi destino y darles indicaciones a los albañiles y planear la siguiente etapa de la obra, subí de regreso a mi camioneta y volví a preguntar a Dios, “¿Qué quieres de mí? Dímelo más claro, porque tengo miedo”. Acto seguido, sonó fuerte un claxon de un tráiler que venía por el lado contrario de la carretera, era inevitable no voltear a verlo porque el ruido escandaloso y en la defensa del tráiler decía: “Salmo 121” le dije a Dios: “No me sé la Biblia” pero voy a llegar a conseguir una. 

Conseguí la Biblia Latinoamericana y busqué el salmo 121 y empieza así: “Levanto los ojos a los montes, de dónde me vendrá el auxilio, el auxilio me viene del Señor…” y la verdad es que no vi ningún mensaje dentro del salmo en referente al  sacerdocio, pero al bajar la vista a la parte inferior al pie de página y leer la explicación del salmo 121, el autor decía: “Este salmo es para una persona que está comprometida con el bien común, para un futuro sacerdote”; no pude evitar llorar, Dios me había respondido claramente, había encontrado mi vocación; en ese momento empezó la aventura fascinante llamada: Jesús de Nazareth..Ser sacerdote es lo mejor de mi vida, encontré un tesoro, encontré al Señor Jesús.  Soy muy feliz siendo sacerdote, como nunca antes lo había sido. ¿Y cómo empezó todo?… preguntándole a Dios ¿Qué quieres de mí? y seguro te responderá. 

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