Estimados Jóvenes y Asesores. Ante las preguntas que algunos de Ustedes han hecho acerca del plan de vacunación propuesto. Quiero compartirles decirles lo que he encontrado buscando y preguntando. No soy médico ni experto en estos temas de salud, sólo un servidor del Señor Jesús, preocupado por el bien de todos.
Hay tres narrativas acerca de la pandemia y la vacunación.
Una es la oficial, propuesta por la OMS, conocida por todos, acerca del SarsCov2, un virus del cual no se sabe a ciencia cierta su procedencia, que provoca serios efectos en la salud, dependiendo de la respuesta de cada organismo, que al dejar pasar los días, deriva en una insuficiencia pulmonar que puede llevar a la muerte. El riesgo aumenta con las enfermedades preexistentes en cada organismo. Su variante Delta es más contagiosa y estaría afectando también a jóvenes, adolescentes y niños. Ante este virus sólo quedaría la opción de inyectarse una “vacuna”, que, aunque es experimental y desarrollada en poco tiempo, “traería más beneficios que perjuicios.” Cada vacuna es diferente, y tienen distintos grados de efectividad, no aseguran no contraer la infección, pero evitarían consecuencias graves y/o la muerte. Las compañías farmacéuticas que elaboran las vacunas han solicitado a los países permanecer libres de responsabilidad por las consecuencias que la vacuna pueda traer. Para evitar el contagio es necesario el confinamiento, el uso de cubrebocas, la implementación de la sana distancia y la higiene en general, especialmente de las manos. Quienes proponen esta narrativa, insisten en que todos deben “vacunarse” para poder superar la pandemia y algunos gobiernos están proponiendo la vacunación obligatoria en todo el país, como es el caso de México, en donde ya existe una iniciativa de ley para que la vacunación deje de ser voluntaria y obligar a todos a inyectarse. De hecho, algunos laboratorios están proponiendo que no sería sólo una o dos aplicaciones, sino que será necesario estar vacunándose con cierta frecuencia.
La segunda narrativa es la de un grupo extenso de expertos en la salud. Ellos proponen que no hay datos suficientes para declarar una pandemia y que las medidas propuestas por la OMS no corresponden al tratamiento médico de una pandemia, de hecho la misma organización cambió los criterios para declarar una pandemia a partir del evento de la “gripe porcina”, sucedido en nuestro País en el 2009. Ellos dicen que la inyección no es una vacuna, sino una terapia genética experimental (uso de ARNm y cadenas genéticas de otros coronavirus, ya que no se cuenta con el SarsCov2 aislado) cuyos efectos a corto, mediano y largo plazo son muy peligrosos para la salud. Muchos de ellos recomiendan no ser inoculados debido al gran riesgo, el cual aumentaría con cada inoculación y han presentado estudios acerca de personas que han sufrido consecuencias al recibir la vacuna, además de que en las poblaciones con mayor número de personas vacunadas no parece estar cesando la pandemia. Las consecuencias de las inyecciones siguen siendo estudiadas, pues van desde pequeños síntomas hasta la muerte. Desde el año pasado, algunos profesionales de la salud señalaban que la prueba PCR, propuesta para “diagnosticar” una infección por SarsCov2, no fue diseñada para este propósito y estaba arrojando muchos falsos positivos. De hecho, el CDC de Estados Unidos, acaba de declarar que a partir del próximo año propondrá otra prueba, pues ésta no puede distinguir entre el SarsCov2 y el virus de la influenza.
La tercera narrativa la propone otro grupo de investigadores quienes dicen que las “vacunas” contienen metales tóxicos (óxido de grafeno) y no hay ninguna razón médica para inyectarlos en el organismo, al contrario sería un gran riesgo de intoxicación combinado con el virus de la influenza o con la exposición a campos electro magnéticos como el 5G. Estos metales darían razón de los eventos de biomagnetismo presentados en personas ya inoculadas y de síntomas de intoxicación como dolores de cabeza, afectaciones al miocardio y problemas pulmonares. En opinión de algunos de estos investigadores, cuando llegue la temporada fuerte de la influenza sería un terrible momento para quienes contegan óxido de grafeno en su organismo, así como al exponerse a las radiaciones de antenas 5G.
Éstas dos últimas narrativas apuntan que, además, que no hay nadie responsable de los efectos adversos de dichas inoculaciones ni un médico ni los laboratorios ni el gobierno, el hecho es que cada persona está asistiendo voluntariamente a recibir la inyección. Pero tenemos que aceptar que es muy probable que quienes asisten no están suficientemente informados. Muchos simplemente confían en quienes se lo proponen y asisten sin más.
Mi opinión es que hay serios argumentos a considerar, como el hecho de que nadie puede ser obligado a ser inoculado, la libertad para decidir aceptar un medicamento es un derecho humano protegido por la Constitución Mexicana y por Tratados Internacionales. Éticamente estamos obligados a proceder con justicia hacia el bien de todos, pero para ello necesitamos buscar la verdad y proceder desde ella. Unos dicen que ya tienen una vacuna, otros dicen que no lo es, sino que es una terapia genética. Otros dicen que dicha inyección contiene tóxicos ¿cuál es la verdad? No hay obligación ética si no tenemos la certeza. Necesitamos pensar desde el sentido común con los datos más ciertos que disponemos. En mi caso, no encuentro razones suficientes para aceptar la inoculación actual, debido a los riesgos y a los estudios que grupos de científicos profesionales de la salud han presentado acerca de ella. Además de que, desgraciadamente, muchas personas han sufrido y están sufriendo consecuencias a partir de la inoculación. Existen también otro tipo de opiniones, desde puntos de vista esotéricos hasta opiniones de investigación periodística y científica que apuntan a intereses de históricos grupos de poder político y económico detrás de esta pandemia y su manejo oficial. Todo esto da por resultado una cantidad ingente de información de todo tipo que no es fácil discernir.
Te comparto tres documentos, uno acerca de cada narrativa. Antes de decidir vacunarte o no, infórmate, investiga, pregunta.
Es la visión cristiana: buscar la verdad para poder decidir en libertad y ser responsable de tus decisiones. En el mundo existen intereses y es necesario estar alertas para comprender la realidad con pensamiento crítico y discernimiento de fe, distinguiendo el bien y el mal, la verdad y la falsedad, la justicia y la injusticia, el trigo y la cizaña. Vivimos situaciones difíciles y necesitamos estar alertas. Mantengamos la luz de la fe, que nos guía en medio de las densas tinieblas.
“Aunque cruce por cañadas oscuras
no temeré ningún mal,
porque Tu estás conmigo:
Tu vara y tu cayado me dan seguridad.”
Salmo 23.
Atte. Mons. Juan Armando Pérez Talamantes.
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