Por Juan Pablo Vázquez Rodríguez
Monterrey, N.L. (www.pastoralsiglo21.org).- 11 de junio 2019. La Conferencia del Episcopado Mexicano expresó su “preocupación por la falta de acogida verdaderamente humanitaria a nuestros hermanos migrantes que refleje nuestras convicciones en materia de reconocimiento y protección de los derechos de todos los seres humanos por igual”.
La CEM reconoce como contradictoria la decisión del gobierno de enviar seis mil efectivos de la Guardia Nacional a la frontera con Guatemala: “Si hemos rechazado como mexicanos la construcción de un muro no podemos convertirnos nosotros mismos en ese muro”.
Los obispos también celebran el acuerdo que evita la imposición de aranceles a productos mexicanos de parte de los Estados Unidos y animan a que “el diálogo continúe y exprese los valores fundamentales de dos países democráticos: el respeto a los Derechos Humanos, la solidaridad entre los pueblos y el trabajo por el bien común de nuestra región”.
El verdadero problema no es impedir el paso de los migrantes, sino “promover el desarrollo humano integral para Centroamérica y el Sureste mexicano” y añaden: “México no se encuentra aislado. Es un país hermano que debe construir junto con los países centroamericanos una estrategia que atienda al bien común regional y que no sólo rescate de manera momentánea y un tanto coyuntural, un cierto bien parcial”.
MIGRANTES NO DEBEN SER MONEDA DE CAMBIO
Los obispos afirman con determinación: “Nuestros hermanos migrantes nunca deben ser moneda de cambio. Ninguna negociación debe colocarse por encima de lo que la Iglesia y la sociedad civil han defendido por años: la no criminalización de los migrantes ni de los defensores de derechos humanos que muchas veces luchan a favor de la dignidad a contra corriente y con riesgos importantes para su propia seguridad”. Por eso, añaden: “Como miembros de la familia humana no podemos ser indiferentes al dolor que muchos de ellos viven y que reclama nuestra ayuda humanitaria y el respeto irrestricto a sus derechos humanos”.
La CEM concluye su mensaje afirmando que “No se trata sólo de migrantes: se trata de nuestra humanidad (…) La compasión toca la fibra más sensible de nuestra humanidad, provocando un apremiante impulso a “estar cerca” de quienes vemos en situación de dificultad” … “Pedimos al Espíritu Santo que ilumine a las autoridades civiles de nuestras naciones para que tomen las decisiones más sabias y auténticamente benéficas para nuestros pueblos.
Lic. En Comunicación y Desarrollo Organizacional Maestro en Métodos Alternos en Solución de Conflictos.