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NO HA HECHO CON OTRA NACIÓN COSA IGUAL

 Rostro y Corazón

 

Los difrasismos en la mayoría de los pueblos prehispánicos eran, en la lengua náhuatl, una forma de expresar, por medio de dos conceptos, uno superior. Un difrasismo muy importante era el de educación y  persona. Para explicar estos conceptos significativos que, incluso aparecen frecuentemente en la narración del Nican Mopohua y además, están impresos en la Imagen amada de nuestra Señora, en el Sagrado original, se utilizaba la expresión Rostro y Corazón= In ixtli, in yóllotl.

El rostro, el corazón, simbolizan siempre lo que hoy llamamos fisonomía moral y principio dinámico de un ser humano (Miguel León Portilla)

Este difrasismo hace referencia a la educación, como lo dice Sahagún: “El hombre maduro; corazón firme como la piedra, corazón resistente como el tronco de un árbol; rostro sabio, dueño de un rostro y un corazón hábil y compasivo”.

Ser dueño de un rostro y un corazón caracteriza a un hombre maduro (Omácic oquichtli). De no poseer un “rostro, un corazón” tendría entonces que ocultar “su corazón amortajado” y cubrir con una máscara su falta de rostro.

En el texto que citamos de Sahagún no se dice que únicamente el auténtico hombre maduro “es dueño de un rostro y un corazón”, sino que se añade que posee “un rostro sabio y un corazón”, y un corazón “firme como la piedra”

El término náhuatl Ixtlamachiztli significa: dar sabiduría a rostros ajenos. Precisamente, el sabio es aquel que sabe poner, o tener y dar sabiduría a rostros ajenos. veamos este texto que nos habla de un maestro en su función de enseñar temachtlani.

La función de los maestros era humanizar el querer de la gente, así también tomar los rostros y hacerlos sabios.

Los sabios, los que han hecho fuertes sus rostros y corazones, son los que han recibido la educación. El objeto de la educación entre los nahuas era “cómo han de vivir, cómo han de obedecer a las personas, y cómo deben entregarse a lo conveniente, a lo correcto”. Para el mundo Nahua lo importante no era sólo saber las cosas, sino practicarlas, por eso no se trataba de saber que había que portarse bien, había que hacerlo.

Con la llegada de los españoles, oían a los frailes hablarles del buen comportamiento, pero los soldados y demás personas hacían lo contrario que los frailes decían. En parte, es por esto que les resultaba casi imposible aceptar esta nueva fe, pues no había coherencia entre lo dicho y lo hecho.

Juan Diego, en la narración del NICAN MOPOHUA, el sábado por la tarde, para hablar de la “persona” de Santa María Guadalupe, le dice a la Señora del Cielo muy apenado: “por favor dispénsame: afligirte con pena tu rostro, tu corazón”, iré a caer en tu enojo, en tu disgusto. Señora, dueña mía”. La expresión en Náhuatl es in mixtzin in mojollotzin.

En el número 63 del Nican Mopohua dice: “Señora mía, Muchachita mía, que no angustie con pena tu rostro, tu corazón, con todo gusto iré a poner por obra tu aliento, tu palabra”.

En el número 111, martes 12 de diciembre, cuando Juan Diego se ha ido por otro lado para evitar a la Señora del cielo, Santa María Guadalupe le sale al encuentro y Juan Diego, lleno de vergüenza le dice: “con pena angustiaré  tu rostro, tu corazón, te hago saber, Muchachita mía, que está muy grave un servidor tuyo, tío mío…”

Lo interesantísimo es lo que le responde Santa María Guadalupe a Juan Diego: “escucha, ponlo en tu corazón hijo mío el menor, que no es nada lo que te espantó, lo que te afligió; que no se perturbe tu rostro, tu corazón in mix in moyollo, no temas esta enfermedad, ni ninguna otra cosa punzante, aflictiva”, aquí rostro-corazón hace referencia también persona.

Una vez que se imprime la Imagen amada de nuestra Señora en la tilma de Juan Diego, los indígenas pudieron interpretar la imagen como un códice. En la bendita Imagen podemos observar que, en su vestido hay varias flores grandes y dentro tienen dibujos.

A esas flores grandes se les llama Xochith-Tepetl, flor-cerro, porque esas flores tienen forma de cerro, pero si invertimos esas flores, podemos verlas claramente como corazones. Dentro de esas flores-cerro hay  rostros. Los aztecas, en sus códices, hacían hablar a sus cerros, por ejemplo, tenemos los códices de la fundación de Chapultepec, etc. Hay un códice muy famoso sobre el cerro del Tepeyac, con su nariz muy grande. Tepeyac significa cerro nariz o cerro punta. En esa flor, en ese cerro… en ese corazón… hay un rostro. De modo que esas flores que son corazones también tienen un rostro: si nos fijamos bien se pueden observar los ojos, la nariz y la boca, rostro-corazón. Significa que esta civilización estará siendo tal al recibir la verdad de Dios que viene del cielo.

Esta civilización ha sido y seguirá siendo educada por Jesucristo, quien derramando su sangre en la cruz, murió por todos, para que tengamos vida en abundancia.

Esta civilización surgida en el Tepeyac, está llena de la sabiduría de Dios, pues el sabio es aquel que sabe poner un rostro en el corazón ajeno. Esta civilización surgida en el Tepeyac tiene identidad, es persona, es alguien, y lleno de sabiduría. Pero dentro de estas flores grandes, que ahora podemos entender como corazones con rostro, una de ellas está entre sus manos. Esto se podría leer así: toda nuestra persona debe estar entre sus manos, Ella nos va a presentar ante su Hijo, nuestro señor Jesucristo.

Eso que le ha dicho a Juan Diego ”¿no estás acaso en el cruce de mis brazos?” es lo que nos dice a nosotros. Nuestro rostro- corazón, nuestra persona, debemos ponerla y colocarla en el cruce de sus brazos, para que Ella nos presente ante su Hijo.

Ella pide que nos empapemos de la verdad y la gran sabiduría que viene de su Hijo Jesús, a través del evangelio que será predicado por los frailes que portaban los crucifijos en sus manos.

Con todo esto y muchas otras cosas más, tenemos que seguir diciéndonos: “No ha hecho con otra nación cosa igual”.

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Escrito por

Coordinadora de Relaciones en Equipo Pastoral Siglo XXI Lic. Ciencias de la Comunicación.

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