“Ha llegado la hora en que la vocación de la mujer se cumple en plenitud, la hora en que la mujer adquiere en el mundo una influencia, un peso, un poder jamás alcanzado hasta ahora” dijo el Papa Pablo VI en su mensaje a las Mujeres el 8 de diciembre de 1965.
10 años después, la Organización de las Naciones Unidas, declararía el 8 de marzo, como el día Internacional de la Mujer, una fecha en la que se conmemora, no se celebra, la lucha y la voz alzada de mujeres, que por muchos años, exigían salarios justos y mejores condiciones para trabajar.
Pero con el paso del tiempo, estas voces de justicia laboral y de igualdad de derechos, se han transformado en una búsqueda de la libertad y en defensa en contra de la violencia y los feminicidios.
En 2020, en el Estado de Nuevo León se realizaron 105 mil 728 llamadas de emergencia relacionadas con incidentes de violencia en contra de mujeres; el año se cerró con 95 mujeres asesinadas, según mostraba el reporte del 25 de enero del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (Sesnsp).
De acuerdo a cifras federales, días antes del término del primer mes, del año 2021, ya contábamos con 2 mujeres menos en nuestro estado y se habían realizado 237 llamadas de emergencia relacionadas con incidentes de violencia contra la mujer, entendiendo este último como “todo acto violento que tenga o pueda tener como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico para la mujer”.
Son datos crudos, que causan dolor y mucha inseguridad, pero que también nos abren los ojos para buscar esperanza y solución pacífica a estos conflictos y realidades sociales.
Centremos nuestra mirada en aquellas mujeres, fuertes y valientes, que representan para nosotros esta influencia y poder, que nos inspiran a ser mejores, a servir y ayudar siempre a los demás, en bien de un mejor mañana.
“La luz de María puede difundirse, también hoy, sobre el mundo femenino, e iluminar los antiguos y nuevos problemas de la mujer, ayudando a todos a comprender su dignidad y a reconocer sus derechos” dijo San Juan Pablo II, y sin duda no se equivoca, porque es Ella quien nos lleva a alzar la voz, pero una voz que en ocasiones no se escucha, porque conecta directamente con el cielo, con la intercesión que hacemos por las y los demás.
El Papa Francisco en ‘Evangelli gaudium’ nos comparte que “La Iglesia reconoce el indispensable aporte de la mujer en la sociedad, con una sensibilidad, una intuición y unas capacidades peculiares que suelen ser más propias de las mujeres que de los varones”, y para nada está minimizando el valor de los hombres, sino que resalta que la mujer también puede llevar a cabo acciones que nos impulsaran a ser y sentirnos en plenitud Hijos de Dios.
Es por ello que el Arzobispo de Monterrey, Monseñor Rogelio Cabrera López, tomando a bien el ejemplo de los Sumos Pontífices, ha tomado decisiones que fomentan la unidad y la igualdad en nuestra Iglesia, un ejemplo de ello es la reciente creación del Consejo Pastoral de Mujeres, con el objetivo de estudiar, sugerir y discernir acciones desde su esencia como mujeres.
Nosotros como cristianos no debemos juzgar, ni pelear con aquellos que consideran que el vandalismo es la mejor forma de exigir sus derechos, por el contrario, nuestro deber es acoger y hacerlos sentir amados, por el simple hecho de ser Hijas e Hijos de Dios.
Sabemos que un mal no se soluciona con otro mal, pero también sabemos que las heridas nos hacen reaccionar de diferentes formas. Busquemos sanar, tener misericordia y comprensión.
Que este día que conmemoramos, nos ayude a recordar el valor de toda persona, en especial en este día de la mujer, desde su concepción hasta el día que seamos llamados a la presencia de Dios.
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