Monterrey, N.L. (www.pastoralsiglo21.org).- 18 de diciembre del 2020
Muy queridos amigos e hijos de Dios. Reverendísimo Sr. Don Franco Coppola, Nuncio Apostólico en México; Excelentísimo Sr. Don Rogelio Cabrera López, Arzobispo de Monterrey. Excelentísimos y Reverendísimos Señores Arzobispos y Obispos aquí presentes; amadísimos laicos; muy querida mamá, hermanos y sobrinos aquí presentes: que hermoso hubiera sido haber contado con un Quinto Evangelio escrito bajo la inspiración del Espíritu Santo, lógicamente, pero habiendo tenido la original gracia de haber sido narrado por San José.
Sin lugar a dudas tendríamos hoy una fotografía del Rostro de Jesús que ningún ser humano varón, hubiera sido capaz de transmitirnos. Sin embargo, San José era tan obediente y había además aprendido a escuchar la voz del Espíritu Santo de manera tan clara y dócil, que no podemos dudar que si el nunca escribió un evangelio, fue, principalmente, porque Dios jamás se lo pidió. Ahora bien, y porqué Dios nunca se lo pidió? La respuesta de inmediato se presenta a la luz de nuestro entendimiento….., y es que, en San José todo es un Evangelio.
Todo en él nos habla de JESÚS: su estar siempre en la acústica de la Palabra; su obediencia generosa y docilidad total ala Palabra; su actuación histórica inmediata en una Fe concreta en el espacio y en el tiempo, en lo cotidiano, en el compromiso de una vida TODA PARA JESÚS Y PARA MARIA, lo convierten en un Evangelio Vivo, es decir en un silencio misterioso, si, el suyo, que ante todo no fue otra cosa sino la gestación de un Gran Kerigma, Jesús Mismo, que al lado de la Santísima Virgen María serían no otra cosa sino el nacimiento de una Iglesia que quiere gritar siempre a sí misma y al mundo, el mensaje de la Esperanza.
𝟏𝟕 𝐝𝐞 𝐝𝐢𝐜𝐢𝐞𝐦𝐛𝐫𝐞 𝟐𝟎𝟐𝟎 en Basílica y Parroquia de Nuestra Señora de Guadalupe
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