Pues no sé si le parezca interesante, estimada – estimado lector, el siguiente detalle, pero a mi me alegró mucho el corazón. Resulta que leyendo una Conferencia sobre el diálogo que impartió el Card. José Tolentino Mendoza, Prefecto del Dicasterio Vaticano de la Cultura, me di cuenta que el Card. Albino Luciani, en ese entonces Patriarca de Venecia, había escrito un libro: “Illustrissimi” (a los ilustres), que buscaba entrar en contacto con las diversas culturas de todos los tiempos, es decir, con las más grandes personalidades del pasado, entre ellas el mismo Jesucristo, santos como san Lucas, santa Teresa de Ávila, connotados novelistas como Mark Twain, Goethe, Dickens, y hasta personajes literarios como Pinocho, Penélope, o bíblicos como el Rey David.
El libro fue escrito en 1976. Pero el detalle que me removió, fue que, entre los autores a los que le escribió una carta personal – que ya leí -, figuraba el poco conocido Alessandro Manzoni, quien escribió en 1827: “I promessi sposi” (los novios), una novela clásica que tuve la fortuna de leer cuando estudiaba italiano (2007-2009), y que me tomó un año completo terminarla (710 pags). Me dio tanto gusto saber que el futuro Papa Juan Pablo I, fallecido en 1978, había tenido entre sus manos y había leído el mismo libro que yo. Me lo imagino sentado en su recámara en un confortable sillón, con su lamparita de noche, leyendo muy a gusto.
Esta obra del siglo XIX sensibilizó mi corazón, pues entre otras cosas, narra el drama vivido durante la peste en Milán entre los años 1629 y 1631, y el papel protagónico que tuvo San Carlos Borromeo, para atender a los contagiados de los Lazaretos. Hoy, reconocido como patrono de la lucha contra la peste.
Hasta aquí la bella minucia coincidente entre el Papa de la sonrisa y su humilde servidor; y las muchas ideas literarias que despertó en mi corazón esta hermosa experiencia.
+Alfonso G. Miranda Guardiola
13 de mayo del 2024.
