La voz del pastor

LA SOCIEDAD NECESITA LAICOS COMPROMETIDOS

Sabemos que estamos viviendo un cambio de época muy importante, por lo que los cristianos debemos estar dispuestos a asumir con decisión nuestro compromiso en medio de la sociedad, reconociendo de modo especial el valor y el protagonismo de los jóvenes de nuestras comunidades, sabiendo que ellos son valientes agentes de transformación. Como lo decía el Papa San Juan Pablo II en la primera Jornada Mundial de la Juventud: “La juventud es la fuerza transformadora de la Iglesia y de la sociedad”.

 

Esto implica también el impulsar la participación activa de todos, de las mujeres en los diversos ministerios laicales, así como en las instancias de gobierno, de discernimiento y decisión en la Iglesia. Gracias a Dios, en nuestra Arquidiócesis, vamos avanzando en esta acción en particular al contar, desde hace tiempo, con un consejo diocesano de mujeres (laicas y consagradas) cuyas aportaciones son de gran valor para el fortalecimiento de todas las áreas de pastoral de nuestra iglesia de Monterrey.

Asimismo, como les he comentado en otro momento, hemos dado los primeros pasos en la creación de la Escuela de Ministerios Laicales, la cual se suma a las demás instancias de formación con las que contamos desde hace muchos años, teniendo ésta como principal objetivo el promover y formar a los laicos y laicas de nuestras comunidades parroquiales, quienes por disposición conveniente y el apoyo de su párroco, puedan ejercer un ministerio, con nombramiento y envío de su servidor, en donde haya necesidad de hacer presente el Evangelio.

Hermanas y hermanos, les invito a que sigamos avanzando, unidos al Papa Francisco, a quien saludé en nombre de todos ustedes el pasado mes de febrero.

 Soy consciente de los desafíos que enfrentamos y que son diversos, unos más pesados que otros, pero que bajo la guía del Espíritu Santo, daremos respuesta ayudados por su gracia.

Debemos hacer presente el Evangelio de Cristo, en todo momento y en todos los ambientes en donde realizamos nuestra vida, amando sinceramente, escuchando atentamente y sirviendo generosamente.

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