Estando en una reunión donde se encontraban personas jóvenes y adultos se platicaba sobre artistas musicales de la época de los 60´s, y 70´s, al querer saber sobre la edad de uno de estos cantantes, un joven de los presentes recurrió inmediatamente a buscar en internet donde no solo encontró la edad, sino lugar de nacimiento, detalles de su infancia, entre muchos más detalles de su vida.
La era de información en la que vivimos nos ha traído estar no solamente informados, sino a tener exceso de información y todavía más vivimos un mundo donde estamos expuestos diariamente a impactos sensoriales; algunos expertos señalan que una persona en su vida cotidiana recibe de 3 mil a 5 mil impactos ya sean auditivos, visuales, colores, imágenes, por medio de las nuevas tecnologías. Y para señalar un ejemplo de hasta donde ha llegado esta realidad, está el concierto virtual del grupo Abba, llevado a cabo hace unas semanas donde los asistentes pudieron percibir de manera casi real en escenario a sus artistas por medio de cuatro Abbatars, hologramas que los representan con sus vestimentas y rostros de la década de los setenta.
Hay un nuevo término que se está utilizando que define esta realidad, se dice que vivimos “infoxicados” (intoxicados de tanta información), bombardeados de WhatsApp, sitios webs, aplicaciones, la TV, etc. El tener exceso de información produce que nuestra atención no se enfoque, no se profundice y analice lo que recibe; un estudio de la IORG dice que, en internet, cada trabajador norteamericano tiene durante la jornada laboral un promedio de 8 ventanas web abiertas y no pasaba más de 20 segundos en cada una de ellas.
Herbert Alexander Simon dijo que: “La abundancia de información da lugar a la pobreza de atención”, nos encontramos dispersos, distraídos, sin reflexión y profundización en el día a día, esto provoca que nos vayamos convirtiendo en personas superficiales, que toma como verdad aquello que está al alcance de los sentidos, sin cuestionar, sin analizar, sin lógica y sin ver el origen de las cosas o de las ideas. Por ello hoy en día las nuevas voces reconocidas de la sociedad son los “influencers”, los publicistas detrás de personajes o campañas de todo tipo, publicitarias, ideológicas, políticas.
Hay un adagio que dice que “La exacerbación de los sentidos produce el derribo de la inteligencia”, una sociedad expuesta a lo sensitivo pierda la capacidad de pensamiento.
¿Qué hacer ante esta realidad?, en primer lugar, sería un grave error “satanizar” esta nueva realidad; aquello que se señala como negativo tiende a afianzarse en las personas que ya están expuestas (hay todo un sustento en psicológico y sociológico en esto), además que esta realidad de la información debe aprovecharse para contenidos de valor, amor y verdad.
Necesitamos recuperar los espacios de pensamiento, con materias humanistas que provoque la reflexión, es necesario ser creativos y adecuarnos a las nuevas tecnologías, y muy importante para que los alumnos no perciban estas materias como “de relleno”, con buenos maestros. Es importante promover la lectura, no en internet, porque el internet genera pensamiento industrial, da pequeña parte de información y poco profunda.
Finalmente, es esencial tener espacios de reflexión y oración, no podemos dejar de lado el diálogo, la escucha y la convivencia con la familia, la Iglesia y Dios. La superficialidad no permite que nos encontremos como seres humanos, hermanos e hijos de Dios, es urgente conectar con nuestro interior, ahí descubriremos las respuestas que tanto necesitamos a nuestros problemas personales y sociales.

Lic. En Comunicación y Desarrollo Organizacional Maestro en Métodos Alternos en Solución de Conflictos.
