Un buen amigo me hizo una pregunta que me dejó pensando y me motivó a escribir este editorial. ¿La Iglesia está en una burbuja aislada del mundo? Entre otras cosas me dijo: “la gente tiene necesidades en su corazón, busca respuestas, apoyo a sus problemas, salir de la soledad, ansias de verdad y ternura, hacer florecer esperanzas y al buscar esto en la Iglesia nos encontramos con muchas actitudes lejanas a esto.
“Te encuentras con una secretaría en la oficina de la Iglesia que te habla mal, un sacerdote que tiene prisa, muchas veces no saluda y a veces ni siquiera te voltea a ver, actitudes de superioridad y que no inspiran confianza”. Un lenguaje que poco se entiende en las misas, un vocabulario hecho para los que están adentro, pero no para los que se quieren acercar”. “Quien no logra comunicarse queda excluido”, me dijo mi amigo. Creo que esta percepción, no es exclusiva de él, sino de más personas que no han tenido una vida de Iglesia.
La Iglesia, es el lugar «donde florece el Espíritu» (San Hipólito Romano, Traditio apostólica, 35). La Iglesia es una, santa y católica. La Iglesia es comunión con Jesús. La Iglesia es esposa de Cristo, templo del Espíritu Santo. Pienso que al tener la certeza de estas verdades de fe, nos puede hacer caer en la tentación de que los demás deben de acercarse a ellas y aceptarlas sin más, sin un proceso, sin un acompañamiento.
El Papa Francisco nos ha insistido a salir de nuestra burbuja. Recién acaba de terminar el año de San José, “tan cercano a nuestra condición humana» dijo el Papa Francisco en su Carta “Corazón de padre”. Donde nos propone a San José, custodio de la Iglesia como modelo y programa a seguir para todos los miembros de la Iglesia, resaltando a San José como: 1.-Padre de la ternura. 2.-Padre de la acogida y como 3-Padre de la valentía creativa. ¡Ternura, acogida y valentía creativa! necesitamos vivir los que formamos parte de nuestra amada Iglesia.
El Papa Francisco en una de sus más hermosas catequesis sobre la Iglesia aseveró que la Iglesia es “en salida” o “no es Iglesia”, remarcando asimismo que la Iglesia “está llamada a ser siempre la casa abierta del Padre». De modo que, «si alguien quiere seguir una moción del Espíritu y se acerca buscando a Dios, no se encontrará con la frialdad de unas puertas cerradas». Después el Santo Padre remató diciendo: “La Iglesia no es una fortaleza cerrada, sino una tienda de campaña”. ¡Salgamos y escuchemos! pero no solo en nuestra zonas seguras, o, a los que nos endulzan el oído. Salgamos, pero no solo a la parroquia, la visita pastoral, al decanato, el grupo o congregación. El Papa nos ha pedido reiteradamente salir con los que piensan diferente (aunque sean unos cuantos), los ateos, los homosexuales, los alejados, etc.
La sinodalidad es el método eclesial para reflexionar, discernir y confrontarse que nos propone el Espíritu Santo, no desaprovechemos esta oportunidad. Escuchemos y conectemos con el hombre y la mujer de hoy, con sus necesidades, procesos y anhelos.
Concluyó con esta petición del Sumo Pontífice a nuestro amado Dios en una de sus catequesis:
“Pido al Señor que refuerce en nosotros y en todos los cristianos, especialmente en los obispos y en los presbíteros, el deseo y la responsabilidad por la comunión, el diálogo y el encuentro con todos los hermanos, sin excepción, para manifestar la fecundidad de la Iglesia, llamada a ser Madre feliz de muchos hijos”.
Lic. En Comunicación y Desarrollo Organizacional Maestro en Métodos Alternos en Solución de Conflictos.