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LA CASA DE LA COMUNIDAD XII

EL LUGAR DEL CORO

Parte fundamental de nuestra liturgia es la música, somos un pueblo que ama las melodías y más cuando se entonan para la gloria de Dios en la liturgia, así es muy natural que en todas nuestras parroquias haya numerosos coros que alaban a Dios por medio de sus voces melodiosas y sus instrumentos musicales. Así, no es cosa extraña que en el aula parroquial haya un lugar para el coro… ok, todo muy bien, pero ¿dónde es el lugar adecuado para que se coloquen?

De inmediato lo que se nos viene a la mente cuando tocamos este tema es el coro alto arriba de la puerta de la iglesia, este esquema lo vemos en miles de templos de nuestro país. Entras a la iglesia por la puerta principal y lo primero que ves alzando la vista es un techo que es el piso del balcón destinado al coro. A la derecha o a la izquierda ves la escalera (de ordinario de caracol) por la cual se accede al mismo o a veces la escalera de la torre es el mismo acceso por el cual de accede al coro alto. Así lo vemos en Catedral, el Roble, el santuario antiguo de Guadalupe en la Col. Independencia y en cientos de templos más. 

En muchas parroquias ese coro alto se sigue utilizando, los coros suben cada semana y desde ahí entonan los cantos para la comunidad… pero en muchas ocasiones los coros altos ya han caído en desuso, sirven para almacenar los pinos navideños, el nacimiento, las andas de las imágenes de semana santa y un largo etcétera… espacios polvorientos que son utilizados como bodegas de triques parroquiales.

Pueden seguirse usando, sí, pero a veces el calor o el frío o la dificultad de que un ministro les lleve la sagrada comunión o que el coro baje a comulgar van llevando a las parroquias a dejar de usar estos espacios. 

 En una parroquia nueva, que apenas se va a diseñar ¿dónde convendría colocar al coro?  El ejemplo más acertado y claro de un espacio para ello es el que vemos hoy, y todo seguramente conocemos, en la Basílica de Guadalupe de la Col. Independencia. A la izquierda del altar, viéndolo de frente, vemos unos escalones en los cuales en muchas ocasiones ahí se coloca el coro. De hecho, esta Basílica ya carece de coro alto, sólo posee este espacio que puede ser utilizado cómodamente por un coro conformado por una docena de personas. 

El coro forma parte fundamental de la celebración y es por eso que en los años recientes se ha insistido en que tengan un lugar cercano al altar, pero al mismo tiempo no protagónico. 

En un nuevo templo y en su diseño habrá que considerar todos los implementos modernos para que lleven a cabo su misión evangelizadora por medio del canto, múltiples contactos para que se conecten los aparatos electrónicos deberán estar a su disposición, así como las bocinas para que toda la asamblea escuche su melodía.

Antes de dejar el tema… unas últimas notas relacionadas al respecto al asunto de los coros… sin mucho que ver con todo lo anterior, pero al mismo tiempo sí. 

En caso de que en la parroquia haya un órgano o piano conviene con la ayuda de expertos valorar la importancia, o no, del instrumento desde el punto de vista histórico y cultural. Hay algunas parroquias que poseen instrumentos musicales antiguos, recuerdo los armonios de Catedral, de la parroquia de Estación San Juan en Cadereyta (actualmente en el Museo Arquidiocesano de Arte Sacro) y de Ciénega de Flores, los cuales por supuesto hay que conservar adecuadamente. En caso de que el instrumento sea moderno, sin valor histórico, y ya sin uso probablemente sea posible buscar algún otro destino, pero sí conviene antes de “deshacernos” del mismo consultar a los expertos. De igual modo los pianos… recuerdo la existencia de algunos pianos importantes como por ejemplo el de cola de la Basílica del Roble y los existentes en las distintas casas del Seminario de Monterrey.

     Y un último asunto. Es una verdadera pena que en Monterrey los tres órganos tubulares antiguos que tenemos no funcionen. Por años se ha corrido la leyenda urbana que no se pueden reparar por el calor de la ciudad y los cambios climatológicos. Los organeros que han visitado la ciudad en las últimas décadas desmintieron tal mito: sí, el clima les afecta, pero no impiden su funcionamiento. Los tres con los que cuenta la ciudad son el de Catedral (fines s. XIX), el del templo de Dolores (inicio s. XX) y el del templo del Sagrado Corazón (mediados s. XX). Por una y otra razón no funcionan desde hace décadas, ojalá pronto podamos, entre todos, cambiar esa muy lamentable situación que no hace sino reflejar la ausencia de cultura musical del más alto nivel en nuestra Arquidiócesis. Ojalá. Por lo pronto lo que hay que buscar es conservarlos y que no se dañen más hasta que haya oportunidad de repararlos de un modo adecuado.

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