En uno de estos gestos inusuales que caracterizan al Papa Francisco, en los núms. 180-182 del capítulo V, La mejor política, de Fratelli tutti, habla de algo en apariencia contradictorio: el amor político. ¿Qué tienen que ver esas afirmaciones con el tema que nos ocupa? ¡Mucho! Porque el Sucesor de Pedro nos recordará que un individuo puede ayudar a una persona necesitada, pero cuando se une a otros penetran en la caridad política, la caridad social. Esta es una forma de rehabilitar la política: el amor no solo se manifiesta en relaciones íntimas y cercanas, sino también en las macro-relaciones: económicas, políticas y sociales.
El amor efectivo es el tema que se ofrece en los núms. 183-185. La caridad está llamada no solo a resolver un problema inmediato, sino a crear un mundo nuevo. Esta caridad necesita la luz de la verdad, para partir de los verdaderos problemas que tienen los demás, en especial los más necesitados, y para encontrar las mejores respuestas. Creemos firmemente que en nuestro estado hay personas, hombres y mujeres, educados en los valores humanos y cristianos, capaces de ofrecer respuestas rápidas y concretas a las necesidades que vivimos.
En el núm. 186 el Papa Francisco va a delinear la actividad del amor político, ofreciendo sencillos ejemplos: si ayudamos a un anciano a cruzar un puente, estamos hablando de caridad, pero el amor político nos debe llevar a construir ese puente; la caridad ayuda a quien tiene hambre, pero el amor político lleva a buscarle una fuente de trabajo.
“Los desvelos del amor” son comentados en los núms. 187 al 189. Inicia este apartado recordando que los pobres no pueden ser considerados sólo como objetos de nuestra ayuda y se invita a recuperar la gran actualidad de los principios de solidaridad y subsidiariedad. Insiste en que el político está llamado a preocuparse de la fragilidad de pueblos y personas y a ser un verdadero constructor de grandes objetivos. Del núm.190 al 192, Fratelli Tutti nos habla del amor que integra y reúne, e invita a que el gobernante pueda ayudar a crear el hermoso poliedro en donde todos encontramos un lugar. El amor político, insiste el texto, asume las diferencias y evita los fanatismos y las lógicas cerradas. El documento exige de los políticos fomentar la cultura de la tolerancia y renunciar a cualquier tipo de odio.
Termina el capítulo con el apartado “Más fecundidad que éxitos”, que abarca los números del 193 al 197. Inicia recordando que amar al más insignificante de los hermanos no es una pérdida de tiempo, e indica que también en la política hay lugar para la ternura, para el amor que se hace cercano y concreto. No siempre se pueden lograr grandes éxitos, pero sí desatar procesos cuyos frutos serán reconocidos por otros. La política, entonces, es más noble que la apariencia. Concluye sentenciando que cuando los políticos reflexionen sobre su propio pasado deberán preguntarse no cuántos votos obtuvieron, sino cuánto amor pusieron en su trabajo, qué fuerzas positivas desataron, qué cambios provocaron en el lugar que se les encomendó.
Ojalá las y los candidatos a los puestos de elección popular en los próximos comicios, así como los partidos políticos que los impulsan, lean estos textos del Papa Francisco, para que superen la inmediatez de la coyuntura, viendo su trabajo político como una vocación para hacer el bien y no como una oportunidad para el provecho personal y familiar.
Ojalá las y los electores consideren las características de la buena política que el Papa Francisco nos ha indicado, para que ellas sean los criterios que nos ayuden a la hora de emitir nuestro voto.