¿Quiénes son los que se sienten llamados y alegres por el Señor? Aquellos hombres de buena voluntad, aquellos que buscan con generosidad su amor y el servicio para con los otros, desde el llamado que Dios le hace a una vocación específica. Menciona San Pablo en su carta a los Filipenses ¡Estén siempre alegres en el Señor! (Flp,4,4). En efecto, la alegría es algo fundamental para nuestra vida cristiana, la cual nos ayuda a poder seguir conociendo nuestra persona y ayuda a acrecentar nuestra vida espiritual y a vivir con plenitud nuestra vocación en la que hemos sentido el llamado de parte de Dios.
En el camino vocacional, es un camino de miedos y de inseguridades, pero cuando sentimos verdaderamente nuestro llamado de parte de Dios, vamos venciendo aquellos obstáculos que no nos permiten avanzar en el camino del Señor y de la felicidad. En este camino vocacional, algunas de las personas pueden sentirse que no son felices en lo que hacen, y es porque no han hecho un buen discernimiento profundo, que les exija verdaderamente a cuestionarse si es aquello que quieren para su vida y para el servicio de la Iglesia universal. Es importante que la persona que se siente llamada pueda vivir su vocación con profunda alegría, porque dentro de la misma puede encontrar un testimonio verdadero para con los demás y llevar a Cristo mismo resucitado.
Hemos de recordar que el tiempo de cuaresma es un tiempo de arrepentimiento y de conversión, el cual nos debe mover a preguntarnos cómo ha sido nuestra relación con Dios, y también nos debemos de preguntar cómo estoy viviendo mí vocación, porque este camino cuaresmal es la preparación para la pascua, es decir, para la gloriosa resurrección del Señor Jesús, en la cual nos invita a poder también resucitar junto con Él y vivir con plena generosidad nuestra vocación específica.
En nuestra Iglesia surgen las vocaciones, y es por ello que tiene la obligación de llevar la alegría al mundo, la cual tiene que ser una alegría auténtica y duradera. Menciona el Papa Francisco, en su mensaje para la jornada mundial de las misiones del 2019, “La Iglesia está en misión en el mundo: la fe en Jesucristo nos da la dimensión justa de todas las cosas haciéndonos ver el mundo con los ojos y el corazón de Dios; la esperanza nos abre a los horizontes eternos de la vida divina de la que participamos verdaderamente; la caridad, que pregustamos en los sacramentos y en el amor fraterno, nos conduce hasta los confines de la tierra”. En su enseñanza, el Papa Francisco nos invita a seguir profundizando nuestra respuesta vocacional, donde podamos compartirla con alegría a los necesitados y puedan ver en nosotros aquel que nos ha llamado y que nos ha salvado del pecado.
Por último, no olvidemos que nuestro corazón está hecho completamente de la alegría, porque a lo que tendemos y aspiramos es a la alegría, porque es lo que está grabado en lo más íntimo del ser humano, porque a pesar de que nuestra vida esté llena de satisfacciones pasajeras, nuestro corazón va buscando la alegría profunda en la que nos ayude a acercarnos a Dios. (La alegría de estar juntos a Jesucristo) Por eso vivamos con mucha fe y esperanza la llamada que Dios nos ha hecho en nuestra vida y en nuestra vocación.