Hoy en día donde la incertidumbre, angustia, ansiedad, depresión, PANDEMIA, falta de luz, agua o vacunas que no llegan, se han instalado en nuestros pensamientos y sentir; la RISA puede ser un buen recurso para salir adelante.
Algunos en terapia o en la enseñanza, hemos tenido que echar mano para provocarla, y que la persona genere hormonas positivas o de la felicidad y que contrarresten las nada saludables, como el cortisol, que arrasa con la salud física o emocional, de cientos o miles, que a diario atiborran la agenda de los psicólogos, psiquiatras, coach o doctores.
Recuerdo hace algunas décadas la película de la vida de Hunter “Patch Adams”, mejor conocido como el médico de la Risoterapia, en donde Robin Williams personificó al galeno que evolucionó el trato a los pacientes, sobretodo terminales, bajo la filosofía de hacerlo con humor y compasión, mejorando sus expectativas de vida, actitud y afrontamiento en cualquiera que fuera su padecimiento.
Desde 1969 que se exhibió este ejercicio e incursión de la risa en la práctica, a la fecha existen muchos voluntarios que en la presencialidad se disfrazan, o ponen alguna nariz de payaso, y que arrancan uno o varios “Jajaja” para que su cotidianidad sea más placentera para ellos y sus familias.
Fechas importantes me ha tocado estar en hospitales y el ambiente se vuelve menos difícil, física y emocionalmente, para pacientes, familiares y personal de salud; relaja el ambiente de incertidumbre o dolor y la risa como nota musical, incrementa la sintonía y el deseo de estar mejor. Es un regocijo en el momento.
En los años setenta, Norman Cousin, estudió el efecto de la risa a partir de su propia experiencia como paciente de una grave enfermedad. Los médicos le dijeron que le quedaban seis meses, los dolores que le aquejaban eran muchos y no dormía bien, por lo que él decidió sumar a sus medicamentos una dosis de risa diaria.
Hizo que le llevaran un proyector y películas cómicas. El resultado fue grandioso ya que pudo conciliar mejor el sueño y sin dolores severos, lo que logró ante el asombro médico su recuperación. El resultado de dos horas de carcajadas fue avalado en la Universidad UCLA, y continúa desarrollando innovadores trabajos sobre la conexión mente-cuerpo.
Lo expuesto anteriormente, es una atenta invitación a reír un rato, a motivar nuestro entorno para ver el presente y futuro menos desolador o incierto y a eso, agregarle una gran vitamina que se llama FE.
Hoy requerimos de esas dosis en altas concentraciones, y utilizarla como herramienta diaria de vida. Quizás no haya motivos suficientes en la realidad que vivimos, pero imaginemos uno en donde recordemos algo bello, y eso será suficiente para que nuestro cerebro se estimule y le ordene a nuestro cuerpo y alma estar mejor. ¡Ánimo!
Lic. En Comunicación y Desarrollo Organizacional Maestro en Métodos Alternos en Solución de Conflictos.