China (www.pastoralsiglo21.org) 18 de agosto del 2018.- Toda la Iglesia china, tanto la oficial como la subterránea, está a punto de entrar en una nueva y gran prisión, a través del concepto desinización (la asimilación de la cultura y la sociedad chinas y, sobre todo, la sumisión al Partido).
Por lo tanto, el Partido Comunista chino (PCC) y la Asociación Patriótica controlarán no solo a las personas (obispos, sacerdotes, fieles) sino también lo que éstas piensan y el fruto de sus pensamientos: documentos e interpretaciones históricas, teología, doctrina social, arquitectura, arte sacro e incluso libros litúrgicos y liturgia. En síntesis, se trata de una colonización política de la mente y de la conciencia de los católicos chinos.
Todas las diócesis presentarán un plan quinquenal sobre cómo implementarán la siniziación. Los obispos católicos han sido designados por el gobierno, no por el Vaticano, informó Infocatólica.
Desde el punto de vista católico, hay dos problemas: el primero es que –tal como afirma el Papa Francisco en Evangelii gaudium (puntos 115 y subsiguientes) — la inculturación es una tarea que se confía a todo el santo pueblo de Dios (y no a una vanguardia, por más iluminada que ésta sea). El segundo problema es que en las cuestiones de inculturación, el pueblo de Dios debe ser libre para moverse, sin verse obligado a nada.