Pide Papa Francisco a jóvenes que lleven la buena nueva hoy
Ciudad de Panamá (www.pastoralsiglo21.org) 27 de enero del 2019.- Durante la homilía de la misa de envío que concluyó las actividades de la Jornada Mundial de la Juventud, el Papa Francisco se dirigió a los 700 mil jóvenes reunidos en el Metro Park de Panamá con un mensaje en el que los motivó a poner acción al “sueño con el que el Señor los soñó” y les dijo que ellos no son el futuro, sino “el ahora de Dios”.
Les pidió llevar la Buena Noticia y les explicó que Jesús “revela el ahora de Dios que sale a nuestro encuentro para convocarnos también a tomar parte en su ahora de llevar la Buena Noticia a los pobres, la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, dar libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia en el Señor”.
Les dijo que cada vez que los jóvenes piensen que su misión es una promesa tan solo para el futuro, que no tiene nada que ver con el presente, es un error, “como si ser joven fuera sinónimo de sala de espera de quien aguarda el turno de su hora”.
El Santo Padre advirtió de los riesgos del “mientras tanto” de esa hora: “les inventamos o se inventan un futuro higiénicamente bien empaquetado y sin consecuencia bien armado y garantizado con todo ‘bien asegurado’.
Es la ficción de alegría, un modo para tranquilizarlos y adormecerlos, “para que no hagan ruido, para que no se pregunten ni pregunten, para que no se cuestionen ni cuestionen tan solo porque consideramos o consideran que todavía no es su ahora; que son demasiado jóvenes para involucrarse en soñar y trabajar el mañana”.
Porque los jóvenes son «el ahora de Dios y el Señor», afirmó, “Él los convoca y los llama en sus comunidades y ciudades a ir en búsqueda de sus abuelos, de sus mayores; a ponerse de pie y junto a ellos tomar la palabra y poner en acto el sueño con el que el Señor los soñó”.
Es ahora el tiempo de actuar, porque “allí donde esté su tesoro allí estará su corazón”, dice el Papa, y “aquello que los enamore”, “será lo que los haga levantarse por la mañana y los impulse en las horas de cansancio, lo que les rompa el corazón y lo que les haga llenarse de asombro, alegría y gratitud. Sientan que tienen una misión y enamórense, que eso lo decidirá todo. ¡Dejemos que el Señor nos enamore!