“En lo esencial, unidad; en lo dudoso, libertad, en todo caridad”,
San Agustín
Hoy en día es muy difícil compartir la fe católica sin que se tache a quien exprese una idea o pensamiento de retrógrada, doble moral, intolerante, etc. Es normal que entre más conocemos nuestra fe, nazca un deseo de defenderla y compartirla, pero la pregunta clave ante esta situación social que vivimos es, ¿cuál es la mejor manera de compartir nuestros valores cristianos?
Sucede una situación muy particular: entre más queremos defender nuestra fe, más se nos ataca y menos sucede lo que deseamos. A este fenómeno se le llama efecto boomerang. Por citar algún ejemplo del efecto boomerang en otros campos; investigadores han encontrado en campañas contra el tabaco, el alcohol y el abuso de drogas (Crano & Burgoon, 2002 y en 2003, Grandpre, Alvaro, Burgoon, Miller y Hall) descubrieron que los jóvenes expuestos a mensajes antitabaco tenían más probabilidad de acabar fumando. En este caso, además, los mensajes que explícitamente invitaban a no fumar eran los más contraproducentes.
Esto no quiere decir que dejemos de predicar, anunciar y defender nuestra fe; siempre son bienvenidos los foros, congresos y diversos espacios en escuelas, universidades, parroquias; pero para que haya un entendimiento es muy importante la disposición.
Citando al Papa Benedicto XVI en su mensaje a 23 obispos de la Conferencia Episcopal de la India en visita Adlimina, nos convoca a testimoniar nuestra fe: “La Verdad salvífica ha de ser el fundamento de todas las actividades de la Iglesia, de modo que los miembros de la Iglesia den testimonio del amor de Dios por toda la humanidad cuando entran en contacto con el mundo, proporcionando un sólido testimonio cristiano en amistad, respeto y amor, esforzándose por no condenar al mundo, sino por ofrecerle el regalo de la salvación”, mediante su palabra y su ejemplo.
No podemos dedicarnos a condenar todo lo que está mal; sino a entrar en contacto con los que no creen igual que nosotros con amistad, respeto y amor. No pocas veces hemos visto al Papa Francisco entrando en diálogo fraterno con aquellos que no comparten nuestros valores y nuestra fe.
El mismo Papa Francisco nos invita a defender nuestros valores, con el testimonio y la alegría: “Por consiguiente, un evangelizador no debería tener permanentemente cara de funeral». «Recobremos y acrecentemos el fervor, «la dulce y confortadora alegría de evangelizar, incluso cuando hay que sembrar entre lágrimas […] Y ojalá el mundo actual —que busca a veces con angustia, a veces con esperanza— pueda así recibir la Buena Nueva, no a través de evangelizadores tristes y desalentados, impacientes o ansiosos, sino a través de ministros del Evangelio, cuya vida irradia el fervor de quienes han recibido, ante todo en sí mismos, la alegría de Cristo». Evangelii Gaudium #11.
El domingo 14º del Tiempo Ordinario, el Arzobispo de Monterrey, en su homilía en la Misa de inicio de Ministerio pastoral del Padre Héctor Mario resaltó la importancia de evangelizar con un tema primordial para toda la sociedad:
“No podemos quedarnos en silencio, no podemos aquietarnos, hay que ponernos en camino y ¿cúal es el mensaje donde quiera que estemos?, en la familia, en el trabajo, donde quiera que estemos, es el mensaje de la paz un mensaje universal, Jesús no envió a sus apóstoles a explicar los diez mandamientos, les mando anunciar la paz, como ese viento universal, querido y necesitado por todos”. Pero también en esta página del Evangelio viene el respeto a la libertad de los demás, tú debes de llevar el Evangelio, anunciar la paz, pero cada persona toma la decisión, si quiere o no, si acepta o no a Jesús”.
Finalmente, antes de concluir, quisiera compartirte 10 puntos a considerar en nuestra actitud personal, evangelizadora y pastoral para defender y compartir nuestra fe:
1. No dejarnos de llenar de Dios.
2. Conocer nuestra fe.
3. Orar.
4. Tener cuidado con el legatismo.
5. Vivir la misericordia.
6. Ser Iglesia de puertas abiertas.
7.- Buscar la creatividad para el bien.
8.- Crecer en la empatía y el diálogo.
9.- Vivir la alegría y la fe en lo cotidiano.
10.- Vivir personalmente la paz cada día.
Pidamos a Dios que siempre ilumine nuestra conciencia y dé fortaleza y alegría a nuestra vida, para ser testigos del amor de Cristo y recordemos siempre que señala el Santo Padre: “el testimonio provoca curiosidad en el corazón del otro y aquella curiosidad el Espíritu Santo la toma y trabaja a partir de dentro”.
Por Juan Pablo Vázquez Rodríguez
Lic. En Comunicación y Desarrollo Organizacional Maestro en Métodos Alternos en Solución de Conflictos.