Durante la Historia de la Cristiandad, el tema de la Natividad de Nuestro Señor Jesucristo en el Arte ha tenido un gran desarrollo iconográfico. El pesebre ha experimentado transformaciones de acuerdo con cada época histórica. ¿De qué ha dependido? De cómo los artistas entendieron y representaron el nacimiento de Jesús a partir, sobre todo, de los Evangelios de San Marcos y San Lucas, cuyo contenido inspiró en particular el arte de la Edad Media.
La imagen más antigua que tenemos de la Virgen con el Niño Jesús está datada entre finales del siglo II y principios del siglo III en la catacumba de Priscilla. Ahí observamos a la Virgen con el Jesús en primer plano y a su izquierda se ve una figura masculina de pie, que tiene un pergamino en su mano izquierda y con su mano derecha señala una estrella lejana que anuncia el cumplimiento de la profecía del advenimiento mesiánico de Cristo, por lo que la figura es identificable con un profeta. En la misma catacumba, pero un poco más tarde, principios del siglo III, tenemos la Adoración de los Magos con Jesús en las piernas de la Virgen. Para el siglo IV aparecerán nuevos personajes del pesebre como el buey y el burro, símbolos del pueblo judío y de los paganos, según la lectura de San Ambrosio. Con respecto a José, debemos esperar hasta la primera mitad del siglo V para advertir su primera representación pictórica.
Debemos hacer un salto en la Historia y situarnos alrededor del 1300, cuando el maestro Giotto nos presenta una nueva lectura del Nacimiento de Jesús. Para este momento, la Virgen se ve acostada y José aparece junto a Jesús. Salomé se presenta ya sea como una anciana o sustituida por muchas mujeres. Se reemplaza la cueva por una cabaña, y los ángeles vuelan sobre el techo, festivamente. Después de Giotto, el arte de representar la Natividad alcanzó una cálida entonación de serenidad familiar, como si se tratara de una vigilancia afectuosa. El arte del siglo XIV suavizó las líneas y simplificó las cosas, como se ve en las obras del Beato Angelico.
A medida que avanza el siglo XV, la representación se hace más compleja. Aumenta el número de ángeles y pastores que ya no están alejados, sino que ayudan al desarrollo de la escena principal. Domenico Ghirlandaio, en su cuadro Adoración de los pastores, nos da una muestra de lo anterior. Para el XVI, la escena se simplifica, como antes, como lo vemos en La Notte de Correggio donde la Virgen sostiene al niño, el cual irradia una luz portentosa a su alrededor. Aquí, la intimidad se acentúa en el arte, dando a la obra un sentido más natural.
¿Pero y los Reyes Magos? Hemos visto cómo en algunas pinturas se representaba a los pastores, en otras sólo a los Reyes Magos y en muy pocas a ambos. Ciertamente, la adoración de los Reyes sigue inmediatamente a la Natividad en el desarrollo de la historia, pero no tiene lugar al mismo tiempo; dicha escena se incrementa en el siglo XV dando un sentido solemne y festivo al nacimiento del Salvador.
Para el siglo XVIII y XIX tendremos Natividades y Adoraciones similares a los artistas del Renacimiento italiano con alguna propuesta en el ambiente, pero las figuras simbólicas formarán el discurso pictórico que hasta hoy conocemos, el cual porta en sí una historia de concilios, documentos sacros, discusiones entre los padres de la Iglesia y, sobre todo, una profunda reflexión para exaltar los símbolos y personajes que fundamentan nuestra fe. En estas fechas, admiremos y profundicemos en los personajes más importantes de este único y extraordinario acontecimiento que llena nuestro corazón de luz, esperanza y amor.