Un fraternal saludo a todos aquellos que leen este periódico pastoral que quiere vivir la misión de evangelizar haciendo presente a Jesucristo en la persona de cada lector y dejando su vida actuando con eficacia.
Los invito hoy a reflexionar sobre el sentido de la Cuaresma; cada año tenemos la oportunidad de permitir al Espíritu de Dios tomarnos de la mano y conducirnos hacia la fascinante experiencia de realizar una gran peregrinación: la peregrinación al fondo de nuestro mismo corazón. Si, ya que es ahí, en el propio corazón, donde nos espera siempre Jesús Misericordioso, regalándonos la oportunidad de vivir un encuentro de salvación con su Persona, de Tu (Él) a tu, de ojos resplandecientes, y de corazón palpitante.
Negarnos esta oportunidad sería ir en contra de nosotros mismos; sería como dudar de un Dios que puede y quiere tener sed de su creatura y la llama desde dentro de ella misma, tocando la puerta de su libertad, porque quiere sentarse en su mesa y quiere cenar con ella.
Viajar al propio corazón es peregrinar al mejor de los santuarios: el santuario del propio yo. A veces no lo podremos realizar sino con la ayuda del Gran Pedagogo: el Espíritu Santo, como lo llamaba San Agustín. Allí se realiza la gran obra del Paráclito: en el corazón de cada hombre y mujer.
San Juan Eudes afirmaba que el Espíritu Santo era el Corazón del Corazón de Jesús.
No se puede vivir la Cuaresma sin ‘tocar fondo’, lo cual no significa otra cosa sino descender al fondo de nosotros mismos y ahí, en el Cenáculo del propio yo, dejarnos seducir por Aquel que es la Vida, el Pastor Amigo que me quiere lavar los pies y después auto vaciarse en la cruz porque me ama. A veces quisiéramos ‘tocar fondo’ pero sin Jesús, lo cual no se vale.
A veces estaríamos dispuestos a emplear mil y un artimañas, llamémoslas ‘metodologías’, con tal de atraparnos a nosotros mismos pero evitando el indispensable paso de dejarnos ‘atrapar’ primero por Él.
Así como la Cuaresma no se puede reducir a un movimiento yoico en el cual pretendiéramos disfrutar las delicias de la peregrinación interior olvidándonos de que sin Él nada sabemos de nosotros mismos, así tampoco podemos reducir la pascua plena a una misión que quiere ser salida sin Jesús, es decir, sin Buena Noticia hecha carne, crucificada y resucitada.
Ven Espíritu Santo y muéstranos el significado de cada Cuaresma.
Ven Espíritu Santo y haznos peregrinar hasta el fondo de nuestro propio ser para llegar a vernos desde Jesús y no solamente desde nuestros limitados y cortos criterios.
Ven Espíritu de Dios, Amor-Persona del Padre y del Hijo, y llévanos a cada ser humano, hasta donde se encuentre el que más sufre, el necesitado, el perseguido, el injustamente tratado, al indefenso, y haznos para los pequeños verdadera Iglesia ‘en salida’, purificada en el camino de la oración, el ayuno, la limosna y las prácticas de misericordia.
¡Saludos y bendiciones!